domingo, 26 de octubre de 2025

RIZ ORTOLANI / ANTONIO OLIVIERO - MONDO CANE (O.S.) (1962)

EMG 26.10.25

No siempre sucede así, pero en ocasiones el esfuerzo que realizamos los amantes del disco por encontrar grabaciones que todavía faltan en nuestra colección acaba teniendo su recompensa. Como bien saben todos los seguidores de El Baratillo que comparten con quien esto escribe las alegrías y sinsabores de una afición tan incomprendida como necesaria para la preservación del registro fonográfico, la aparición de un ejemplar interesante en medio de una pila de discos suele ser signo precursor de la presencia de otros todavía mejores. Eso es exactamente lo que me ocurrió hace no mucho cuando de las profundidades de un desvencijado estante surgió esta copia monofónica de la banda sonora de la película documental “Mondo Cane” (United Artists, UAL 4105), afortunado hallazgo al que siguió el de una buena docena de álbumes a cuál más interesante, grabaciones de las que en algún momento daremos cuenta si el tiempo lo autoriza y las limitadas capacidades del comentarista lo permiten.

Centrémonos por el momento en este LP que, como decíamos, contiene la banda sonora original del film “Mondo cane” de 1962, dirigido por Gualtiero JacopettiPaolo Cavara y Franco Prosperi, que daría nombre a un subgénero de películas de explotación, el denominado cine “Mondo”. “Mondo cane” (en castellano, “Perro mundo”), consiste en una sucesión de viñetas con escasa conexión entre ellas en las que se representan escenas peculiares y chocantes, algunas susceptibles de herir la sensibilidad del espectador, todas ellas relacionadas con pintorescos usos y costumbres sociales practicados en diversas partes del mundo. El propósito de la cinta es, sin duda, provocar la sorpresa en el espectador, quien desde la comodidad de su butaca se adentra en un universo “freak”, seductor y repulsivo a un tiempo, que pone de manifiesto la enorme distancia existente entre las diferentes culturas sobre lo que debe o no debe ser socialmente admitido. So pretexto de realizar un documental de intención antropológica, lo que los directores de “Mondo cane” terminan ofreciendo al público es un mosaico de imágenes curiosas que, gracias a la eficaz colaboración del narrador y a la calidad de la banda sonora, mantienen el interés de un espectador convertido en visitante de caseta de feria al que se le muestran una tras otra atracciones y rarezas que contribuyen a hacerle olvidar por un instante el tedio de su vida cotidiana. Invitamos a quienes todavía no hayan visto la película y sientan la curiosidad de acercarse a ella a que lo hagan si lo desean a través de este enlace que conduce a la versión original en italiano, subtitulada en castellano.

Además de encontrar un gran éxito de taquilla, “Mondo cane” se hizo muy pronto popular gracias al tema principal de su banda sonora, obra de los compositores italianos Riz Ortolani y Antonio “Nino” Oliviero, que se alzaría en 1964 con el premio Grammy a la mejor canción y sería nominada ese mismo año al Óscar a la mejor canción original bajo el título “More”, una vez adaptada al inglés con letra de Norman Newell. El éxito de la composición fue tal que muy pronto surgirán versiones a cargo de artistas de tanto renombre como el trombonista Kai Winding -que será quien en mayor medida contribuya a su difusión-, la cantante italiana Katyna Ranieri, esposa de Riz Ortolani, los cantantes norteamericanos Bobby Darin y Vic Dana, la orquesta de Martin Denny o el grupo instrumental The Ventures, entre otros muchos. Las melodías que componen la banda sonora se repiten a lo largo de la misma varias veces, banda sonora que, a efectos de su grabación en disco, fue escindida en varios segmentos a los que se otorgaron diversos títulos, correspondientes a los cortes indicados en la contraportada y en la galleta del LP. La primera de las pistas, “Life Savers Girls”, contiene el título principal de la película, es decir, el tema que más tarde será conocido como “More”. 

Una excelente adición a cualquier galería de bandas sonoras originales, la de “Mondo cane” destaca por su originalidad y -sin que en modo alguno pueda ser considerado un disco raro- también lo hace por su relativa escasez, una circunstancia que se ve agravada en España por el hecho de que no apareció en nuestro país hasta 1964, dos años después de su lanzamiento mundial, siendo publicada en pequeñas tiradas por el sello barcelonés Vergara con el título “Mondo cane (Este perro mundo)”.

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sábado, 18 de octubre de 2025

THE HI-LO’S - SUDDENLY IT’S THE HI-LO’S (1957)



EMG 18.10.25

Los años cincuenta del pasado siglo vieron como eclosionaba un nuevo medio de comunicación masivo, la televisión, a través del cual millones de personas -especialmente en los Estados Unidos donde su implantación era mayor- podían ver y escuchar a diario a los principales artistas, lo que convirtió a la pequeña pantalla en un instrumento sin rival a la hora de promocionar y publicitar el trabajo de nuevos grupos musicales.

Un ejemplo paradigmático de ello puede encontrarse en el disco que hoy presentamos en El Baratillo, “Suddenly, The Hi-Lo’s”, primera grabación del cuarteto californiano en el sello Columbia y quinto de sus trabajos, tras su paso por la casa discográfica Starlite, su descubridora, para la que realizaron cuatro excelentes LPs que, sin embargo, no llegaron a alcanzar el éxito que probablemente merecían. Un éxito que les llegaría tras su aparición en el programa de entretenimiento  “Rosemary Clooney Show”, sindicado a nivel nacional, en el que compartieron cartel con luminarias de la época como la propia anfitriona del programa, Nat “King” Cole, Frank Sinatra o Peggy Lee, entre otros. Esta exposición a las grandes audiencias y la excelente recepción por parte del público les condujo inmediatamente a la firma de un nuevo contrato, esta vez con uno de los pesos pesados del negocio musical, la todopoderosa Columbia, para la que grabaron este disco, que vendería en pocos meses más de 100.000 copias y serviría para mostrar de una vez por todas las grandes cualidades artísticas que atesoraban The Hi-Lo’s.

Hemos hablado brevemente del camino seguido por The Hi-Lo’s hasta alcanzar su primer éxito comercial, pero conviene hablar ahora de sus cualidades artísticas, entre las que destaca obviamente su capacidad para ensamblar sus voces en una armonía de cuatro partes, dos altas y dos bajas -de ahí el nombre del grupo- que les permite convertirse virtualmente en una pequeña orquesta. Pero la característica que a mi entender distingue a The Hi-Lo’s de otros conjuntos vocales de la época es su capacidad de transmitir al oyente las distintas personalidades de cada uno de sus componentes a través de modulaciones y giros expresivos que aportan originalidad y vitalidad a un producto musical que, por otra parte, destila un rigor técnico en ocasiones oculto tras la aparente facilidad con que fluye el sonido de este fantástico cuarteto.

Cantantes de gusto exquisito, en este disco están acompañados, como lo hicieran en algunos de su etapa en Starlite, por la orquesta de Frank Comstock, reputado compositor y director californiano que ligaría su suerte con The Hi-Lo’s a lo largo de ocho álbumes y que resultará familiar a más de un aficionado a la música orquestal, en especial a los amantes del género “Space Age”, por su famoso disco “Project Comstock: Music from Outer Space”, un clásico del “Easy Listening” muy buscado en la actualidad.

La música de The Hi-Lo’s podrá parecer al oyente actual como algo antigua y sobrepasada, y efectivamente los casi setenta años transcurridos desde la publicación de este disco algo habrán de tener que ver  en ello, pero es precisamente en esa inactualidad donde reside parte de su encanto, pues una vez que el oído se centra en la perfección de las armonías vocales y su total integración como una “orquesta dentro de la orquesta” el resultado no puede dejar de ser satisfactorio para cualquier aficionado a la música grabada, cuanto más si se tiene en cuenta que este “Suddenly, the Hi-Lo’s” salió al mercado en 1957, quizá el año cumbre de la Alta Fidelidad en glorioso mono, justo antes de que el mercado se abriera a un nuevo producto, el disco grabado en el muchas veces no tan glorioso sonido estereofónico.

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miércoles, 29 de enero de 2025

JUNE CHRISTY- THE SONG IS JUNE! (1958)


EMG 29.01.25
Entre las voces extraordinarias surgidas en la década de los cuarenta dentro del jazz y de la música orquestal norteamericana destaca la de June Christy, vocalista que fue durante muchos años de la orquesta de Stan Kenton, tras sustituir en el puesto titular nada menos que a la gran Anita O’Day. La voz sedosa y aterciopelada de June Christy estuvo siempre acompañada de un dominio superlativo del vibrato, combinación perfecta al objeto de constituirse en instrumento solista de la orquesta de jazz, de manera que su éxito fue inmediato. El trabajo con Kenton no impidió, sin embargo, que la cantante de Springfield, Illinois, iniciara en 1947 una carrera en solitario que tendría como resultado la aparición de magníficas grabaciones, con arreglos y dirección de Pete Rugolo, quien también había trabajado con Kenton.

Producto de esa brillante época, es este “The Song is June!”,  publicado por Capitol, en el que encontramos a June Christy en su máximo esplendor, acompañada por un soberbio elenco de músicos de la costa oeste entre los que se cuentan Bud Shank (alto), Bob Cooper (tenor y esposo de June), Pete Candoli (trompeta), Howard Roberts (guitarra), Russ Freeman (piano) o Shelly Manne (batería), todos ellos dirigidos por Pete Rugolo para ofrecernos un cool jazz de primerísima calidad a partir de temas entre los que destacan el que abre el disco “Spring Can Really Hang you Up the Most” (Wolf/Landesman) y “The One I Love (Belongs to Somebody Else)” (Jones, Kahn), grabada por el gran Al Jolson en 1924 y que sería también registrada por Frank Sinatra, Bing Crosby, Ella Fitzgerald, Doris Day, Dinah Shore y Julie London, entre otros. Por supuesto, hemos de mencionar el standard “The Song is You” (Kern/Hammerstein), con cuyo título juega el que da nombre al disco, última canción que Sinatra interpretó con la orquesta de Tommy Dorsey. El resto de cortes son todos excelentes y encajan de maravilla con la voz de June Christy en esta detallada y atmosférica grabación realizada en los estudios Capitol de Los Angeles, que espero sea del agrado de los buenos aficionados y seguidores de El Baratillo.

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sábado, 18 de enero de 2025

HENRY MANCINI - THE MANCINI TOUCH (1960)


EMG 18.1.25

El impacto ejercido por la música de Henry Mancini, especialmente en el período entre finales de la década de los cincuenta y primeros sesenta, resulta difícil de calibrar atendiendo sólo a las cifras de ventas de sus discos, al éxito obtenido por sus bandas sonoras tanto en el cine como en la televisión, a su presencia en los medios de comunicación, a los premios recibidos o al interés que su persona despertaba cada vez que asistía al estreno de una película y a la presentación de un nuevo disco. El fenómeno Mancini fue mucho más allá, y prueba fehaciente de ello es el hecho de que, a punto de comenzar el segundo cuarto del siglo veintiuno, los ecos de sus triunfos aún resuenan con fuerza en muchos lugares, de manera muy notoria entre los aficionados a la buena música que saben apreciar el alcance de la profunda renovación experimentada en aquellos años por el jazz y el pop orquestal de la mano de Henry Mancini.

Situémonos en 1960, año en qué se publicó el disco que ahora presentamos, “The Mancini Touch”, en versiones mono y estéreo, esta última dentro de la serie “Living Stereo” que el sello RCA haría famosa y cuyo renombre aún perdura, hasta el punto de ser hoy muy buscada por audiófilos y coleccionistas. Henry Mancini alcanzaba poco antes enormes cotas de popularidad gracias a haber compuesto la banda sonora de la serie televisiva Peter Gunn, creada por Blake Edwards, con quien mantendría una larga e intensa relación profesional. Seguramente no serán muchos los que recuerden esta serie detectivesca, sin embargo habrá bastantes que sean capaces de identificar el tema principal de la misma. Incluso los menos aficionados a la música orquestal de esa época tendrán presente en la memoria la soberbia versión en tiempo de rock realizada años después por Emerson, Lake and Palmer.

Al hilo del éxito sin precedentes de la banda sonora de la serie, publicada en el disco “The Music from Peter Gunn” (LPM-1956 y LSP-1956) y su secuela, aparecida al poco tiempo, “More Music from Peter Gunn” (LPM-2040 y LSP-2040), RCA lanzó este “The Mancini Touch”, un LP donde encontramos ya muy asentado el sonido característico que el genio de Cleveland irá desarrollando y perfeccionado más adelante hasta alcanzar su cénit con tres de las mejores bandas sonoras de la historia del cine. Nos referimos, por supuesto, a las de “Breakfast at Tiffany’s” (1961), “Hatari” (1962) y “The Pink Panther” (1964). Un sonido fundamentado en instrumentación y arreglos de jazz, pero también de ritmos procedentes de otras músicas, como los provenientes de Sudamérica o del continente africano, estos últimos también llevados al terreno del pop orquestal por ese otro genio de la música que fue Bert Kaempfert. Los arreglos, impecables, convierten a este disco en un prodigio de pulcritud asociada a un imparable dinamismo que hace del jazz un territorio amigable para las grandes audiencias sin por ello perder un ápice de autenticidad, de genuino gusto por la improvisación ni de la naturalidad intrínseca a las mejores creaciones de este género musical. La instrumentación, por su parte, es excelente, contando con un plantel de músicos de máximo nivel entre los que se cuentan figuras de la talla de Shelly Manne o Bob Bain. Todos ellos están fabulosos bajo la batuta de Mancini, destacando en temas como el clásico “Bijou”, obra de Ralph Burns, precursor aquí de “Baby Elephant Walk”; “Like Young”, escrito por André Previn, o en el standard “Trav’lin’ Light”, que Trummy Young y Jimmy Mundy compusieron para Billie Holliday. El propio Mancini es autor de varios temas, como los fantásticos “A Cool Shade of Blue” y “Free and Easy”.

Por todo ello, “The Mancini Touch” ha de ser considerado como un álbum muy representativo de la música del compositor norteamericano, al tiempo que uno de sus mejores trabajos pues, como decíamos, sienta las bases del indefinible pero claramente identificable sonido con el que Henry Mancini llegó a un público deseoso de escuchar ese “toque” especial que a lo largo de su dilatada carrera acompañaría siempre a sus composiciones.

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viernes, 17 de enero de 2025

THE PILGRIMS - JUST ARRIVED! (1964)



EMG 17.1.25

El disco de la banda norteamericana de folk The Pilgrims que hoy presentamos, constituye un hecho infrecuente pero no único en la historia de la música grabada: publicaron este LP en 1964 y… nunca más se supo de ellos. Más raro es que esto suceda con un registro editado y distribuido por un sello generalista como Columbia, gigante entre los gigantes del negocio musical de la época. Pero a los grandes también les sucede de vez en cuando que aquello que daba la impresión de poder funcionar se convierte de repente en un tremendo flop. Incluso la elección del título, “Just Arrived!”, pareciera haber formado parte de un irónico giro del destino ya que The Pilgrims se fueron tan pronto como llegaron. Y no por falta de calidad, que la tienen, sino probablemente por haber llegado en el preciso momento en que la música folk languidecía y el beat comenzaba a hacer furor en el país de las barras y estrellas.

Músicos de alta escuela, según sabemos gracias a las detalladas liner notes de la contraportada -que el lector curioso puede leer detenidamente en la siempre recomendable página Unearthed in the Atomic Atticeste trío de artistas formados en la Julliard School (Angeline Butler), graduados en la St. Louis University (Robert Guillaume) y estudiantes del Royal Conservatory of Music de Toronto (Millard Williams), interpretan con excelente gusto un conjunto de temas folk de corte clásico que hubieran hecho presagiar un buen recorrido comercial del disco de haber sido publicado, digamos… cuatro o cinco años antes.

La desaparición de The Pilgrims del panorama musical no fue total, pues al menos sabemos gracias al sitio web  Performing Arts Legacy, que Angelina Butler publicó en 1970  un LP en el sello Coburt-MGM, titulado “Impressions”. Por cierto, en ese mismo lugar se afirma que The Pilgrims fue creado alrededor de la propia cantante como “la respuesta negra a Peter, Paul and Mary1”, lo cual es mucho decir, además de dejar a estos admirables cantantes en no muy buen lugar a la vista del evidente fracaso de su incursión en el mundo del disco. De sus otros dos componentes sabemos bastante menos, aunque parece ser que han seguido estando vinculados al negocio musical.

La copia que poseo es de 1974 y pertenece a la serie Columbia Special Archives, una reedición comercializada a través del servicio Columbia Special  Products, que probablemente fue distribuida en alguno de los puntos de venta habituales de este tipo de discos (Radio Shack, los almacenes Sears) o por correo a través del Columbia Record Club. A pesar de no haber tenido demasiado éxito por las razones anteriormente expuestas, este LP de The Pilgrims continúa su andadura bien entrado el siglo XXI a través de servicios de streaming como Spotify que lo incluye en su catálogo, de nuevo sin demasiado éxito ya que son todavía pocos los oyentes mensuales que han llegado a descubrirlo. 

Angeline Butler: A Biography of the Woman, the Performing Artist, a Living Legend of the Sixties. 

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miércoles, 15 de enero de 2025

BERT KAEMPFERT AND HIS ORCHESTRA - …LOVE THAT (1967)


EMG 15.1.25

No es la primera vez que traemos a estas páginas la reseña de un disco del gran director de orquesta Bert Kaempfert, pues ya tuvimos ocasión hace casi un año de presentar su extraordinario LP “A Swingin’ Safari”, editado por Polydor en 1962, uno de los grandes monumentos de la moderna música orquestal ligera. En esta ocasión hemos de conformarnos con un registro menos original y rupturista que aquél, pero que no obstante ofrece el elevado nivel de calidad que es dado esperar de cualquier trabajo de Kaempfert.

Mezcla de standards reinterpretados a la luz de la moderna instrumentación y arreglos con que “Fips” -como desde siempre le llamaron sus amigos- los embellece (“Caravan”, “Again”) o vuelve irreconocibles (“The Sheik of Araby”) y de nuevas composiciones del autor (elegante y sofisticado en “Lonely is the Name”, vibrante y dinámico en “Steppin’ Pretty”, chispeante y optimista en “The First Waltz”, delicado y cautivador en “My Love for You”, como también en “Every Time I Dream of You”, transparente y cristalino en todas ellas), Kaempfert se adhiere en “…Love That” al credo propagado por Ray Conniff desde los años cincuenta en virtud del cual las voces del coro de cantantes entremezcladas con el resto de instrumentos enriquecen el resultado final. Es la técnica del scat, procedente del jazz -música madre del pop orquestal de los cincuenta y sesenta-, una suerte de canto sin palabras que el genio de Conniff supo convertir en seña de identidad de su música a lo largo de su dilatada carrera y que Kaempfert, alumno aventajado, domina con igual maestría.

Asimismo, la trompeta, instrumento que junto con la guitarra es característico de la instrumentación en los trabajos del director de orquesta alemán, está por supuesto muy presente a lo largo del disco, destacando el buen trabajo realizado por Fred Moch como trompeta solista. Para terminar esta breve nota tan sólo poner de manifiesto, como siempre, la extraordinaria calidad de la grabación. Una vez más el sello DECCA (americana) se pone a la cabeza del mercado discográfico en términos de nivel de nitidez, separación de canales, definición de la imagen, ausencia de ruido de fondo, perfección en el tracking y, porqué no mencionarlo, aspecto exterior del vinilo, un auténtico espejo por el que los años parecen no haber pasado.

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lunes, 13 de enero de 2025

PETER (1972), PAUL AND (1971) MARY (1971)




EMG 13.1.25

Tras varios años de decepcionantes resultados de ventas, que no hicieron sino confirmar el declive del grupo, y a pesar del impulso que supuso alcanzar el número uno del Billboard Hot 100 en octubre de 1969 con la balada de John Denver “Leaving on a Jet Plane”, el trío norteamericano formado por Peter Yarrow, Paul Stookey y Mary Travers, uno de los conjuntos más exitosos de la primera mitad de los sesenta, decidió poner fin a su asociación y continuar sus respectivas carreras en solitario. Con la publicación en 1970 de un disco de grandes éxitos, “The Best of Peter, Paul and Mary, Ten Years Together”, la banda quiso ofrecer un testimonio de sus logros a lo largo de los años antes de quedar definitivamente disuelta. Sin embargo, caso único -diría yo- en el negocio discográfico, Warner Bros. Records -su sello de toda la vida- les propuso a continuación editar tres LP prácticamente al mismo tiempo, con la peculiaridad de presentar una estética homogénea en el diseño de portada, hasta el punto de que si los tres discos se colocan el uno al lado de otro en el orden apropiado sigue pudiéndose leer “Peter, Paul and Mary”, es decir, el nombre por el que, desde que apareciera su primer álbum en 1962, fueron conocidos estos grandes artistas. Unos artistas que revitalizaron la escena folk a principios de la década, llegando a cautivar a las grandes audiencias, para recorrer posteriormente un camino hacia el pop y la electrificación en el que su mayor activo, la interpretación basada en armonías vocales a tres voces, no encontró temas y melodías que encajaran con los gustos de un público cada vez más volcado hacia el rock, que prefería la originalidad de The Byrds, el dinamismo de unos Three Dog Night o la fuerza y la autenticidad de Crosby, Stills & Nash, a la inactual elegancia de alguno de los últimos temas de Peter, Paul and Mary.

De los tres discos, el mejor sin lugar a dudas es el grabado por Paul Stookey, que alcanzaría el puesto 42 en el Billboard Top 200. La calidad de los temas, junto a unos acertados arreglos y una cuidadísima instrumentación, hacen de “Paul and” un trabajo excelente que, de haber aparecido en el momento en que el grupo todavía permanecía unido, acaso hubiese proporcionado nuevo vigor a sus ventas, prologando su carrera y proyectando una nueva imagen de la banda en los años setenta. “Tiger”, canción que aparece en la cara B, es mi favorita.



Por su parte, el disco de Mary Travers rebosa calidad, incluyendo temas de John Denver, Rod McKuen, Petula Clark, Elton John o Paul Simon con buenos arreglos pop, pero de algún modo le cuesta tomar distancia respecto de la línea clásica del trío, ya que se advierte cómo muchas de las canciones podrían alcanzar su plenitud de mediar la maravillosa combinación de las tres magníficas voces de sus componentes. Por ello, uno se siente algo decepcionado al escuchar el tema que abre el disco, el grandioso “The Song is Love” con la sola voz de su autora, Mary Travers, sin las características segunda y tercera voces de sus antiguos compañeros. Aunque su interpretación es irreprochable en el apartado técnico y altamente emotiva en el plano artístico, el canon quedó sin duda establecido con la grabación que el trío realizó en 1967 y que aparecería en el LP “Álbum 1700”, llamado así precisamente por ser el disco con el que Warner Bros. Records alcanzó ese número de catálogo.



Finalmente, el álbum de Peter Yarrow, aparecido en 1972, un año más tarde que los otros dos, está formado por temas de fuerte componente acústico, que sirve de acompañamiento a la excelente voz de Peter. Todos ellos están impregnados de un marchamo convencional de cantautor, tanto por sus letras como por el aire recitativo e intimista que desprenden. No sabría destacar ninguno de ellos por encima de los demás, ya que el disco resulta francamente plano, falto de inspiración y, por momentos, repetitivo.



Verdadera curiosidad discográfica, estos tres álbumes de PeterPaul y Mary están
espléndidamente grabados y fueron editados por Warner Bros. Records en carpeta de portada abierta. Con independencia de la calidad intrínseca de cada uno de ellos y de las preferencias personales de quien los escuche, estamos sin duda ante unos LP que obran de necesario complemento a la discografía completa del extraordinario trío neoyorquino.

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 Peter Yarrow falleció el 7 de enero de 2025. 
 Mary Travers falleció el 16 de septiembre de 2009.

sábado, 11 de enero de 2025

THE EVERLY BROTHERS - TWO YANKS IN ENGLAND (1966)



EMG 9.1.25

Entre las víctimas ilustres del fenómeno conocido como “invasión británica”, desencadenado a raíz de la irrupción de The Beatles en los Estados Unidos a principios de 1964, se cuentan grandes nombres de la música norteamericana de finales de los cincuenta y principios de los sesenta. Ricky Nelson, Brenda Lee, Gene Pitney, Bobby Vee, Paul Anka, Roy Orbison, Neil Sedaka o Connie Francis, fueron algunos de los vocalistas que sufrieron las consecuencias de la locura por el beat experimentada al otro lado del Atlántico. Pero el efecto devastador de la “beatlemania” y de la repentina pasión de los norteamericanos por la música de otros conjuntos epígonos del cuarteto de Liverpool no se detuvo ahí. También se vieron forzados a claudicar un cierto número de grupos vocales e instrumentales, principalmente enmarcados en el movimiento denominado “folk revival” y su prolongación en forma de sonidos más próximos al pop, como The Kingston Trio, The Limeliters, The Four Preps, The Brothers Four, Peter, Paul and Mary y muchos más que no supieron o no pudieron evolucionar satisfactoriamente hacia otros estilos musicales, con el consiguiente batacazo en términos comerciales, circunstancia que llevaría a muchos de ellos a desaparecer. Por el lado de la hasta entonces pujante música surf, el torbellino musical liderado por los Fab Four, vino a dar literalmente la puntilla a bandas que pocos meses antes reinaban en las listas del Billboard, grupos como los todopoderosos The Ventures, los populares Dick Dale and the Deltones, The Surfaris, Jan and Dean o los propios The Beach Boys, estos últimos salvados de la quema en 1966 gracias al genio de su fundador Brian Wilson, quien supo conducirlos por medio del asombroso Pet Sounds hacia una nueva época de éxitos, en la que no sólo superarían con creces lo realizado hasta entonces sino que pasarían a ganarse el derecho de ocupar una plaza de privilegio en el olimpo universal de la música. En el mundo del R&B, la lista de caídos es más corta ya que la mayoría de las discográficas supieron cambiar el rumbo ante un mercado que evolucionaba hacia otros sonidos, con los que el R&B acertó a fusionarse. Aún así, encontramos en su seno nombres ciertamente notables como los de The Drifters, The Miracles, Brook Benton, Major Lance o The Shirelles que se hundieron en las profundidades del Bubbling Under. Pero efectivamente, un gran número de artistas surgidos en esos años estarían llamados a obtener un enorme éxito en las décadas siguientes. Es el caso de Marvin Gaye, (Little) Stevie Wonder, The Supremes, James Brown, Dionne Warwick o The Four Tops. Tan sólo nos queda por saber qué habría deparado el destino a la que fue máxima estrella del R&B de comienzos de los sesenta si las balas de un revólver no hubieran terminado abruptamente con su vida. Nos referimos, claro está, al gran Sam Cooke, intérprete de enorme popularidad durante aquellos años que encontraría la muerte en un motel de Los Ángeles, como consecuencia de un incidente envuelto en extrañas circunstancias que, sesenta años después, aún continúa para muchos careciendo de una explicación satisfactoria.

Resulta imposible saber qué sucedió en realidad aquel 11 de diciembre de 1964, pero de lo que sí tenemos certidumbre es de lo acontecido tras la “invasión británica” con los protagonistas de nuestra reseña de hoy que no son otros sino el asombroso dúo de hermanos The Everly Brothers, quienes hasta poco antes de la llegada de The Beatles a los Estados Unidos constituían una de las principales fuerzas motrices del mercado discográfico más grande del mundo. No es mi intención recorrer ahora la biografía personal y musical de estos magníficos artistas ya que quienes no la conozcan pueden consultarla en muchas y más autorizadas fuentes que la que constituye este modesto servidor de ustedes. Sin embargo, me detendré en dos aspectos relativamente poco tratados y que a mi entender resultan trascendentales en su carrera musical.

El primero de ellos, no es otro que el impulso recibido por los Everly Bros. de la mano del famoso guitarrista, compositor, arreglista y productor de Tennessee, Chet Atkins. En efecto, fue el célebre director de los estudios de la RCA en Nashville -amigo del padre de Don y Phil, músico como Atkins e inspirador de la carrera musical del dúo-  quien les consiguió su primer contrato discográfico con Columbia Records, operación que se saldó con el fracaso de su primer single y la rescisión del acuerdo por parte de la discográfica. Pero pronto Atkins haría gestiones para la firma de un nuevo contrato, esta vez con un sello de menor entidad, Cadence Records, para el que grabarían uno de los hitos de la música moderna, el tema “Bye, Bye Love”, escrito por el matrimonio Bryant y del que se comenta fue rechazado por cerca de treinta artistas hasta que los Everly Bros. lo grabaron en 1957 con el éxito de todos sobradamente conocido, convirtiendo al single en un million seller y en la puerta de entrada hacia un triunfo que estaría jalonado durante años por grandes hits como “Wake up Little Susie”, “All I Have to Do is Dream”, “Cathy’s Clown”, “That’s Old Fashioned” y tantos otros. 

El segundo aspecto que merece la pena destacar es la idea de grabar un álbum en el Reino Unido, país en el que gozaban de enorme popularidad, como salida a la crisis de éxitos que los Everlys venían padeciendo desde la llegada de las bandas británicas al mercado estadounidense. Ciertamente Warner Records, su discográfica desde principios de la década, había visto venir el problema, por lo que instó al dúo a grabar un disco que incluyera temas de corte beat con el objeto de llegar a un público más amplio. Gracias a un encuentro verificado en Nueva York entre Don, Phil y Graham Nash(1) surgiría "Two Yanks in England", un proyecto en el que The Hollies contribuirían con ocho canciones en las que además actuarían como backing band. La elección de The Hollies parecía un hecho natural a la vista de la reconocida influencia que los Everly Bros. ejercieron sobre la banda británica. Dos de los cuatro temas restantes se deben también a artistas británicos, comenzando por el que abre la cara 1 del disco, "Somebody Help me" de Spencer Davis Group y "Pretty Flamingo" de Manfred Mann, temas ambos que habían alcanzado recientemente el número uno de las listas británicas. A ellos se añade "The Collector", compuesto por Tony Curtis, y "Kiss your Man Goodbye", del que son autores los propios Everly Bros. Volviendo al núcleo central del disco, es decir las canciones firmadas por The Hollies, destaca el hecho de que la selección, aunque no esté formada en su integridad por lo más granado de la producción de los de Manchester, ofrece una excelente muestra de la capacidad creativa de la banda en aquellos años, aspecto que queda reforzado por el hecho de que los arreglos dispuestos para las versiones de los Everlys funcionan espléndidamente, centrados lógicamente en destacar su extraordinaria condición vocal pero respetando hasta donde ello es posible el sonido tradicional del dúo norteamericano. Resulta difícil colocar un tema por encima de los demás, sin embargo, puestos a la labor de decidir me inclinaría por el elegante "Hard, Hard Year", seguido de cerca por el dinámico "Have You Ever Loved Somebody", que había sido grabado primero por The Searchers antes de aparecer en el álbum de 1967 "Evolution" de The Hollies. Por cierto, la magnífica banda española Los Ángeles también ofrecería ese mismo año una fantástica versión con el título de "¿Has amado alguna vez?".

En definitiva, el caso de los Everly Bros. resulta revelador ahora que podemos contemplar el fenómeno de la "invasión británica" desde la perspectiva que nos ofrece el conocimiento, todavía fragmentario pero creciente, de lo sucedido en aquellos años en el mercado de la música popular. Habiendo sido una de las bandas que mayor influencia ejercieron en el desarrollo del beat y el pop británico a principios de los sesenta, llegó un momento sin embargo en que la propia espiral de éxito de los grupos británicos les forzó de alguna manera a adaptarse a la nueva situación, incorporando a su repertorio temas provenientes de unos de sus "alumnos" más aventajados. Lo cierto es que la fórmula no llegó a resultar tan bien como probablemente ellos hubieran querido, de modo que, dotados como estaban de un talento extraordinario, The Everly Brothers comenzaron a explorar nuevos caminos en el intento de relanzar su ya para entonces ilustrísima carrera musical, proceso en el que llegarían incluso a constituirse en pioneros de sonidos tan distantes del beat y del pop británicos como los que nos ofrecerán a partir de su álbum de 1968 "Roots", uno de los discos de referencia en el nacimiento del country pop. Eso es parte no obstante de otra historia, un capítulo más del recorrido artístico de los extraordinarios Everly Bros. que -¿quién sabe ?- quizá lleguemos a abordar algún día en este Baratillo.


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domingo, 6 de octubre de 2024

THE GREATEST SHOW ON EARTH - THE GOING’S EASY (1970)




EMG 6.10.24

Con el panorama del rock en plena evolución, partiendo del blues rock y la psicodelia en dirección hacia nuevos sonidos que más tarde serian categorizados bajo las etiquetas de hard rock, prog rock y jazz rock, la compañía EMI se planteó a principios de 1970 completar su oferta en ese ámbito. Para ello, elegiría a la subsidiaria Harvest, dedicada a dar a conocer nuevos talentos del rock, que estaba apoyada en el enorme éxito de dos de sus grandes grupos, Deep Purple y Pink Floyd. La necesidad más urgente se presentaba precisamente dentro del último de los estilos mencionados, el jazz rock, ya que hasta entonces no disponía en su roster de ninguna banda que pudiera hacer frente a lo que estaba ofreciendo la competencia, en particular los dos grandes grupos del sello Columbia, precursor e impulsor del género. Nos referimos, claro está a Blood, Sweat & Tears y a Chicago Transit Authority, éstos últimos forzosamente reducidos más tarde por razones legales al nombre con el que pasarían a la historia: Chicago. De este modo, EMI firmaría un contrato con The Greatest Show on Earth, banda formada en 1968 que, tras poner en el mercado un single que no se vería acompañado por el éxito en las listas, lanzaría su primer álbum, “Horizons”, con portada de Hypgnosis, que correría suerte pareja. El material debía sobrarles en abundancia ya que TGSOE presentará el mismo año un segundo LP, este “The Going’s Easy” (la portada también es de Hypgnosis) con un sonido a caballo entre el prog jazz y el hard prog que llama la atención por la intensidad y distorsión de los riffs de guitarra, algo que le aleja del jazz rock, así como por unos arreglos que en ocasiones fluctúan entre estilos, lo que hace que este disco sea interesante y desconcertante a un tiempo. Grupo que escapa a cualquier intento de ser encasillado en un estilo determinado, lo cierto es que TGSOE, gracias a la originalidad y calidad de su sonido, ha ido creando en lo que va de siglo un importante número de seguidores, algo que hace que las copias disponibles de sus discos sean escasas y, por ello, relativamente difíciles de encontrar.

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viernes, 4 de octubre de 2024

RITA COOLIDGE - RITA COOLIDGE (1971)



EMG 4.10.24

Los primeros años de la década de los setenta del siglo pasado vieron como las técnicas de grabación alcanzaban cotas de perfección nunca vistas hasta entonces. Esto que decimos vale tan solo para la música moderna y en particular para el rock, ya que en el jazz, la música clásica y la música instrumental la calidad de las grabaciones desde mediados de los cincuenta a finales de los sesenta es incluso superior a las de época posterior. Un buen ejemplo del trabajo realizado en el ámbito de la música moderna lo encontramos en las producciones del sello californiano A&M (o lo que es lo mismo, Herb Alpert y Jerry Moss) que destacan por su cuidado a la hora de manejar la ecualización (las texturas de los instrumentos están magníficamente representadas, los timbres presentan una asombrosa fidelidad) el panning (muy equilibrado, sin los vaivenes propios de los registros estéreo en su primera época) y el cuerpo que cobran los medios-bajos, indispensables en toda grabación de música rock.

Buen ejemplo de todo ello nos proporciona el álbum debut de Rita Coolidge, cantante de sangre cherokee nacida en Tennessee, que comenzó su andadura en el mundo de la música a finales de los sesenta como backing singer de algunos de los más egregios representantes del establishment californiano como Leon Russell, Dave Mason, Joe Cocker, Stephen Stills o Graham Nash, con algunos de los cuales mantuvo también estrechas relaciones en el plano personal. Sus excelentes dotes vocales abrieron a Rita Coolidge el camino para grabar un álbum homónimo en el que contaría con la participación de nombres de la talla del propio Leon Russell, Chris Ethridge (Flying Burrito Bros.), Booker T. Jones, Stephen Stills, Clarence White (Kentucky Colonels, The Byrds) o Ry Cooder, por citar solo algunos de los más conocidos. El álbum se alzó con un discreto #105 en el Billboard 200, aunque con el tiempo ha ido ganando interés entre los aficionados, en parte gracias a la presencia de una banda de músicos tan extraordinaria, pero también merced al magnífico elenco de temas que aparecen en ambas caras del disco, en los que se mezclan el blues, el rock, el soul y el country para ofrecer un resultado brillante, que no hace sino destacar aún más las capacidades como cantante de Rita Coolidge, una intérprete que encontraría el éxito comercial años más tarde, en compañía primero de quien por aquel entonces era su esposo, Kris Kristofferson, con quien firmaría tres LP a dúo, y en solitario más tarde, destacando entre sus trabajos el álbum “Anytime… Anywhere”, publicado en 1977, que llegaría al puesto #6 del Billboard 200.

Un gran álbum, en definitiva, el primero de Rita Coolidge, lleno de excelentes temas y grandes músicos que merece ocupar un lugar de privilegio dentro de toda buena colección de grandes voces solistas americanas del siglo XX.

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jueves, 3 de octubre de 2024

PETER FRAMPTON - WIND OF CHANGE (1972)



EMG 3.10.24

Todavía los gigantes del rock caminaban sobre la tierra cuando en mayo de 1972 apareció en el Reino Unido “Wind of Change”, primer trabajo en solitario de Peter Frampton quien por entonces, con solo veintiún años, ya había asombrado a propios y extraños tras su paso por The Herd y Humble Pie, banda esta última que acababa de abandonar para proseguir su carrera individualmente. Una decisión que, con la perspectiva que da el paso de los años, no deja de antojársenos valiente y arriesgada, a pesar de gozar de la ventaja de conocer que terminaría estando coronada por un éxito sin precedentes, éxito que llegaría a su cénit con “Frampton Comes Alive!”, un álbum cuya estatura histórica no vamos ahora a descubrir a los buenos aficionados al rock que tienen la gentileza de dedicar su valioso tiempo a visitar El Baratillo.

Nos situamos pues en los comienzos de Peter Frampton como artista “en solitario”, hasta cierto punto una forma de hablar si se tiene en cuenta que en “Wind of Change” al multinstrumentista británico se suma la colaboración de artistas de la categoría de Ringo Starr, Klaus Voorman o Billy Preston. Pero lo cierto es que Frampton no se conformó solo con dar un salto hacia adelante al decidir abandonar Humble Pie sino que tomó asimismo la decisión de convertirse en compositor, letrista, productor e intérprete de muchos de los instrumentos en la práctica totalidad de los temas incluidos en su opera prima. El resultado es asombroso. No hay un solo apartado de los mencionados (incluida la producción) en el que “Wind of Change” no destaque de manera superlativa. Huelga decir que el manejo tanto de las guitarras acústicas como de las eléctricas, unido a su magnífica voz, son la guinda en el pastel de un LP que convence por igual en los números de perfil más duro como en los temas mas reposados, que ciertamente son pocos. Es tal la calidad del álbum que no me atrevo siquiera a destacar ninguno de ellos porque todos son realmente excelentes. Por poner quizá alguna objeción, mencionaría el resultado de conjunto del único tema que Frampton versiona, “Jumping Jack Flash” de los Rolling Stones, cuyos arreglos, orientados a transformar la canción en un número de hard rock, se muestran por momentos un tanto forzados. Necesario es mencionar, en el apartado contrario, el fantástico trabajo realizado en “It’s a Plain Shame”, tema que aparecerá más tarde en el legendario “Frampton Comes Alive!” y que aquí puede saborearse en una excelente grabación de estudio.

En suma, un álbum este “Wind of Change” con el que Peter Frampton dio inicio a su carrera como artista en solitario y que puede reclamar con justicia un lugar de privilegio dentro de su discografía.

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domingo, 28 de julio de 2024

COUNTRY JOE AND THE FISH - “I-FEEL-LIKE-I’M-FIXIN’-TO-DIE (1967)


ARCHIVO 28.07.24

Antigua costumbre de la prensa tradicional solía ser, en este periodo vacacional, acudir al socorrido expediente de los archivos para cubrir la lamentable falta de material que la vacancia periodística indefectiblemente provoca. Eso era en aquellos tiempos, porque ahora se tiende a recurrir, antes, durante y después del receso veraniego a la figura del “becario”, periodista en ciernes que, a poco que se descuide, lo seguirá siendo per secula, pues ya se sabe que el mundo editorial está en permanente crisis. Nosotros tiramos, pues, de archivo, trayendo a la primera plana una nota del ya lejano 2016, cuya lectura espero agrade a quienes no eran abonados nuestros por aquel entonces y traiga buenos recuerdos a quienes nos han sido fieles desde el principio.

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La oposición frontal a la guerra de Vietnam, las críticas al establishment, la conveniencia del uso de las drogas y otros asuntos contraculturales relativamente habituales en la música rock americana desde mediados de los sesenta hasta principios de los setenta, pueden parecer hoy exiguas fuentes de inspiración en el contexto de un período de tan frenética actividad creativa como fue aquél. Sin embargo lo fueron, y muy importantes, en particular a la hora de explicar el éxito de grupos musicales procedentes de la costa oeste, surgidos principalmente en el entorno del área de la bahía de San Francisco, que tanta influencia ejercieron no sólo sobre sus contemporáneos sino también sobre los músicos que estaban por venir.

Hoy traemos al baratillo una joya de aquellos tiempos convulsos, I Feel Like I'm Fixing to Die (1967) segundo álbum de Country Joe and the Fish, banda nacida en Berkeley en 1965 y considerada, a justo título, como una de las mejores a la hora de generar esos sonidos que conforman lo que se ha dado en llamar rock psicodélico. Fundamentadas en la sátira cuando no en la reducción al absurdo, las letras de Country Joe and the Fish hicieron mella en una generación de seguidores de la musica rock que todavía valoraba el hecho de que un disco tuviera contenido ("mensaje" se decía entonces), interés por el fondo que pocos años después decaería notablemente hasta prácticamente quedar oculto tras el resplandor de una forma que habría de marcar el rumbo de los nuevos tiempos, llegando a su apogeo en nuestros días.


Dentro del apartado musical, hay que decir que I Feel Like I'm Fixing to Die es, pura y simplemente, una maravilla. La sección rítmica, excelente, secunda unos solos de guitarra excepcionales ("Thursday", "Eastern Jam"), mientras que el órgano, con su timbre distorsionado, refuerza la dimensión psicodélica de una grabación que comparte canciones de clara significación política, como la que da título al álbum, con otras de carácter más intimista ("Pat's Song"). La voz de Joe, suave y vibrante a un tiempo, se adapta perfectamente al cometido de proporcionar a las canciones, ya de por sí bastante psicodélicas, un cierto regusto cósmico. Pareciera que todo tuviese el aspecto de salir rodado, sin que en ningún momento se tenga la sensación de que los músicos hayan ensayado demasiado, de que las canciones sean el resultado de un trabajo de concienzudo moldeado sobre el barro de la inspiración y de que la toma sonora se haya producido en un estudio cerrado y no sea mas bien fruto del impromptu de unos artistas geniales al calor del directo. En definitiva, lo que tenemos delante no es ni más ni menos que un gran disco, se mire por dónde se mire.

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sábado, 27 de julio de 2024

JEAN MICHEL JARRE - ÉQUINOXE (1978)



EMG 27.07.24

Han pasado bastantes años desde que “Équinoxe”, cuarto álbum de Jean Michel Jarre (aunque segundo para la mayoría de los aficionados españoles, que solo habían podido comprar años antes su predecesor “Oxygène” (1976), ya que los dos primeros trabajos del compositor de Lyon no fueron publicados en nuestro país), entró a formar parte de mi discoteca. Algo después -eso sí- de haber escuchado “Magnetic Fields” (“Les Chants Magnetiques”, en su título francés, jugando con la semejanza fonética entre las palabras “chants” y “champs”), LP de 1981 en el que Jean Michel Jarre realizó un cierto viraje desde la música electrónica hacia el synth pop, algo que le llevaría, entre otras cosas, a alcanzar el puesto 98 en el Billboard Top 200. El caso es que, a pesar del tiempo transcurrido, “Équinoxe” sigue siendo un disco que se escucha con facilidad, ofreciendo pasajes -como los dos primeros cortes de la Cara B- donde la afortunada melodía hace olvidar el ritmo un poco monótono del secuenciador, muy presente a lo largo del álbum. 

Considerado como lo que es, o sea, un disco de música electrónica ambiental, especialmente apta para servir de banda sonora (de casta le viene al galgo, no en vano Jean Míchel es hijo del célebre compositor Maurice Jarre, autor de muchas e importantes bandas sonoras de películas), “Équinoxe” cumple sobradamente con su misión. Seguramente no agradará demasiado a los seguidores de Tangerine Dream, por juzgarle excesivamente melódico y elemental, pero tampoco satisfará en exceso a quienes busquen en él un LP de synth pop con potencial para animar las pistas de baile de la mano de uno de esos que se hacen llamar deejays, a pesar de que su trabajo se rescriba las más de las veces a dejar que sea un programa informático el que se encargue de las mezclas, de la ecualización y hasta de la selección de los cortes. En fin, preferencias aparte, quedémonos con el recuerdo de aquel famoso documental “Cosmos”, dirigido por Carl Sagan, en alguno de cuyos episodios apareció la música de “Équinoxe”, pasando así Jean Michel Jarre a formar parte del elenco de grandes artistas cuya música acompañó las imágenes de aquel hito de la televisión científico-divulgativa, entre los que se cuentan -por solo nombrar algunos- compositores de la talla de Vangelis, Edgar Froese, Brian Eno, Tomita o el mismísimo Karlheinz Stockhausen. Casi nada…

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jueves, 25 de julio de 2024

SOFT MACHINE - THIRD (1970)



EMG 25.07.24

Considerado por muchos su logro más acabado, el doble álbum “Third” (1970) de los ingleses Soft Machine supone un salto definitivo en la evolución de la banda desde la psicodelia y el rock progresivo hacia territorios hasta entonces prácticamente inexplorados en los que el rock, en unos casos, se enriquece con declinaciones jazzísticas, transitando en otros por los derroteros de la música electrónica. Una hibridación cuyo resultado, por otro lado plenamente satisfactorio, escapa a cualquier intento de categorización, a pesar de que han sido y son bastantes los críticos musicales que se conforman con adjudicarles cualquiera de las socorridas etiquetas habituales, como la de Canterbury sceneavantgarde o jazz-fusion que, desde hace tiempo, suelen utilizarse para ubicar en el espacio musical a este y a otros grupos afines, intentos todos ellos vanos de definir algo que de por sí trata de no ser definible: la música de Soft Machine.

Cosa distinta es aproximarse a la obra de Soft Machine situándola en su contexto temporal y haciendo un esfuerzo por valorar en su justa medida unos logros creativos que, sin duda, dejaron huella en otras bandas contemporáneas e incluso en muchos discos grabados años después de su mejor etapa, a caballo entre el final de los sesenta y el principio de los setenta. Precisamente “Third”, ofrece en cada una de las cuatro caras que conforman el álbum una perspectiva distinta de la banda británica. La Cara 1 presenta el tema “Facelift”, todavía de intenso sabor psicodélico, mientras que la Cara 2 incluye un corte de perfiles jazzísticos, “Slightly All the Time”, uno de los platos fuertes de este doble LP. En la Cara 3 está grabado “Moon in June”, tema que incluye múltiples intersecciones entre los estilos que conforman el sonido de la banda y último en el que esta utiliza recursos vocales, concretamente la voz de Robert Wyatt. Personalmente me gusta por su acento progresivo, que se hace patente en el tratamiento de los acordes surgidos de los teclados que de forma magistral maneja Mike Ratledge. Finalmente, en la cara 4 se encuentra el corte “Out-Bloody-Rageous”, donde una vez más se hace patente el nivel de madurez alcanzado por el grupo, que se manifiesta en el intenso ejercicio de improvisación superpuesto a la composición original, obra del propio Mike Ratledge. En resumen, con “Third” disfrutamos de casi ochenta minutos de música, mitificada por unos y denostada por otros, pero cuya calidad es sin lugar a dudas incontestable, dotada por añadidura de un atrevimiento y de una libertad expresiva -características de aquella época dorada del rock- que, desgraciadamente, son tan difíciles de encontrar en el panorama musical de hoy.

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martes, 23 de julio de 2024

THE HOWARD ROBERTS QUARTET - JAUNTY-JOLLY! (1967)


EMG 23.07.24

De sobra es sabido que los años cincuenta y sesenta del siglo pasado marcaron el punto más alto en lo que a la calidad del sonido grabado se refiere. El avance exponencial en las tecnologías de registro y de reproducción, unido a una demanda hasta entonces nunca vista por parte del público aficionado, determinaron que productos como el que hoy presentamos, alcanzarán un nivel superlativo en términos de interpretación, arreglos, producción y, por supuesto, calidad sonora. Traemos hoy a El Baratillo este “Jaunty-Jolly!”, un álbum del guitarrista norteamericano Howard Roberts (más conocido en aquel entonces por sus iniciales H.R.) que forma parte de la serie de seis LP que grabó para el sello Capitol entre 1963 y 1966. Miembro destacado de la célebre “Wrecking Crew”, H.R. participó como guitarra principal y rítmica en miles de sesiones y en centenares de grabaciones de artistas de primer nivel cuya cita, por larga y enfadosa, voy a obviar, recomendando a quien lo desee el visionado del documental “The Wrecking Crew”, en el que se desvelan interesantes aspectos relativos a la música grabada en aquellos años que pasaron desapercibidos para todos excepto para quienes estaban dentro del negocio. En “Jaunty-Jolly!” (Capitol ST 2716), Howard Roberts está acompañado por un elenco de magníficos músicos, entre los que quiero destacar al extraordinario teclista Dave Grusin, cuyos drives, fraseos y bases rítmicas se combinan en perfecta armonía con el punteo de H.R., claro, contundente, veloz y repleto de acordes e improvisaciones jazzísticas, que convierte a los standards y los temas contemporáneos que pueblan la lista del disco en obras por momentos únicas y manifiestamente alejadas del original. En definitiva, un ejemplo más del exquisito gusto con que los equipos de Capitol (A&R, productores y músicos de la casa) trataban a todos y cada uno de sus lanzamientos, la gran mayoría de ellos, al igual que este, dignos de ocupar un lugar de privilegio en la historia de la fonografía.

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MAYNARD FERGUSON PLAYS JAZZ FOR DANCING (1959)




EMG 23.07.24

La carrera de Maynard Ferguson se caracterizó por acoger una diversidad de estilos interpretativos, solo o en compañía de otros grandes artistas del jazz. Desde sus comienzos de la mano de Stan Kenton, el trompetista canadiense supo combinar un jazz de autenticidad e intensidad incontestables con incursiones en ámbitos más comerciales, como en el presente álbum “Maynard Ferguson Plays Jazz for Dancing”, en el que, soberbiamente acompañado de su orquesta, visita algunos standards imprimiéndoles su particular sello, rebosante de dinamismo, claridad tímbrica y arreglos que, a pesar de ir destinados a un público amplio, no por ello dejan de presentar un gran interés, especialmente para quienes reverenciamos la música orquestal de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado. La grabación original apareció en 1959 en un LP del sello Roulette (SR 52038), que se reeditaría al año siguiente en el sello subsidiario Forum, al que corresponde mi copia (SF 9035), un prensaje estéreo de excelente calidad.

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lunes, 12 de febrero de 2024

GENESIS - NURSERY CRYME (1971)




EMG 12/2/24

Si en un futuro, que desgraciadamente no parece cercano, llegasen a existir museos que en lugar de tener colgados cuadros de sus paredes o exhibir esculturas en sus salas se dedicasen a mostrar, en toda su pureza, el sonido de la música que, con limitados medios, tratamos de reproducir en nuestras colecciones particulares, una de los espacios principales debería estar consagrado a las creaciones de la banda británica Genesis. Todo en esta vida está sujeto a opinión, pero si por casualidad pidieran la mía, no tendría dudas a la hora de elegir el álbum merecedor de ocupar un lugar de privilegio entre todos los que grabaron los de Surrey. Por más que “Trespass” (1970), “Foxtrot” (1972) o “Selling England by the Pound” (1973), este último primero que pude escuchar de Genesis, constituyan cada uno de ellos y todos en su conjunto verdaderas cumbres de la música rock, siempre me quedaré con el que presentamos, “Nursery Cryme”, auténtica obra maestra del rock progresivo y pieza que no debería faltar en ninguna lista de grandes discos pertenecientes a ese género. Tercer álbum de estudio de los británicos, es el primero en que participan Phil Collins y Steve Hackett. Son muchos los aspectos que se pueden destacar de este LP, desde la magnífica aportación vocal de Peter Gabriel apoyado por Collins, hasta la compleja instrumentación, con creciente presencia del mellotron de Tony Banks, pasando por la preciosa portada, obra del ilustrador Paul Whitehead. Todos los temas son de primera clase, pero me quedo con el encargado de abrir el disco, “The Musical Box”, cuya letra está basada en un cuento victoriano escrito por Peter Gabriel, magníficamente reflejado en la portada del disco. Desbordante de fantasía es también “The Return of the Giant Hogweed”, en que la llegada de Phil Collins se deja notar merced a un excelente trabajo de este a la batería. Finalmente, quiero destacar un corte que me llamó la atención desde la primera vez que escuché el álbum, a principios de los ochenta, “The Fountain of Salmacys” en el que la presencia del mellotron y el órgano, como algunos han señalado, recuerda por momentos al sonido de los King Crimson en su álbum debut de 1969 “In the Court of the Crimson King”. Publicado por el sello Charisma, no todas los prensajes consiguen que el sonido de “Nursery Cryme”, lleno de matices, llegue con integridad y calidad hasta los altavoces. La portada que ilustra esta nota corresponde a una reedición en el sello Charisma-UMC aparecida en 2018, que recomiendo vivamente a quienes se interesen por este disco en formato analógico.

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