EMG 25.07.24
Considerado por muchos su logro más acabado, el doble álbum “Third” (1970) de los ingleses Soft Machine supone un salto definitivo en la evolución de la banda desde la psicodelia y el rock progresivo hacia territorios hasta entonces prácticamente inexplorados en los que el rock, en unos casos, se enriquece con declinaciones jazzísticas, transitando en otros por los derroteros de la música electrónica. Una hibridación cuyo resultado, por otro lado plenamente satisfactorio, escapa a cualquier intento de categorización, a pesar de que han sido y son bastantes los críticos musicales que se conforman con adjudicarles cualquiera de las socorridas etiquetas habituales, como la de Canterbury scene, avantgarde o jazz-fusion que, desde hace tiempo, suelen utilizarse para ubicar en el espacio musical a este y a otros grupos afines, intentos todos ellos vanos de definir algo que de por sí trata de no ser definible: la música de Soft Machine.
Cosa distinta es aproximarse a la obra de Soft Machine situándola en su contexto temporal y haciendo un esfuerzo por valorar en su justa medida unos logros creativos que, sin duda, dejaron huella en otras bandas contemporáneas e incluso en muchos discos grabados años después de su mejor etapa, a caballo entre el final de los sesenta y el principio de los setenta. Precisamente “Third”, ofrece en cada una de las cuatro caras que conforman el álbum una perspectiva distinta de la banda británica. La Cara 1 presenta el tema “Facelift”, todavía de intenso sabor psicodélico, mientras que la Cara 2 incluye un corte de perfiles jazzísticos, “Slightly All the Time”, uno de los platos fuertes de este doble LP. En la Cara 3 está grabado “Moon in June”, tema que incluye múltiples intersecciones entre los estilos que conforman el sonido de la banda y último en el que esta utiliza recursos vocales, concretamente la voz de Robert Wyatt. Personalmente me gusta por su acento progresivo, que se hace patente en el tratamiento de los acordes surgidos de los teclados que de forma magistral maneja Mike Ratledge. Finalmente, en la cara 4 se encuentra el corte “Out-Bloody-Rageous”, donde una vez más se hace patente el nivel de madurez alcanzado por el grupo, que se manifiesta en el intenso ejercicio de improvisación superpuesto a la composición original, obra del propio Mike Ratledge. En resumen, con “Third” disfrutamos de casi ochenta minutos de música, mitificada por unos y denostada por otros, pero cuya calidad es sin lugar a dudas incontestable, dotada por añadidura de un atrevimiento y de una libertad expresiva -características de aquella época dorada del rock- que, desgraciadamente, son tan difíciles de encontrar en el panorama musical de hoy.
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