EMG 15.1.25
No es la primera vez que traemos a estas páginas la reseña de un disco del gran director de orquesta Bert Kaempfert, pues ya tuvimos ocasión hace casi un año de presentar su extraordinario LP “A Swingin’ Safari”, editado por Polydor en 1962, uno de los grandes monumentos de la moderna música orquestal ligera. En esta ocasión hemos de conformarnos con un registro menos original y rupturista que aquél, pero que no obstante ofrece el elevado nivel de calidad que es dado esperar de cualquier trabajo de Kaempfert.
Mezcla de standards reinterpretados a la luz de la moderna instrumentación y arreglos con que “Fips” -como desde siempre le llamaron sus amigos- los embellece (“Caravan”, “Again”) o vuelve irreconocibles (“The Sheik of Araby”) y de nuevas composiciones del autor (elegante y sofisticado en “Lonely is the Name”, vibrante y dinámico en “Steppin’ Pretty”, chispeante y optimista en “The First Waltz”, delicado y cautivador en “My Love for You”, como también en “Every Time I Dream of You”, transparente y cristalino en todas ellas), Kaempfert se adhiere en “…Love That” al credo propagado por Ray Conniff desde los años cincuenta en virtud del cual las voces del coro de cantantes entremezcladas con el resto de instrumentos enriquecen el resultado final. Es la técnica del scat, procedente del jazz -música madre del pop orquestal de los cincuenta y sesenta-, una suerte de canto sin palabras que el genio de Conniff supo convertir en seña de identidad de su música a lo largo de su dilatada carrera y que Kaempfert, alumno aventajado, domina con igual maestría.
Asimismo, la trompeta, instrumento que junto con la guitarra es característico de la instrumentación en los trabajos del director de orquesta alemán, está por supuesto muy presente a lo largo del disco, destacando el buen trabajo realizado por Fred Moch como trompeta solista. Para terminar esta breve nota tan sólo poner de manifiesto, como siempre, la extraordinaria calidad de la grabación. Una vez más el sello DECCA (americana) se pone a la cabeza del mercado discográfico en términos de nivel de nitidez, separación de canales, definición de la imagen, ausencia de ruido de fondo, perfección en el tracking y, porqué no mencionarlo, aspecto exterior del vinilo, un auténtico espejo por el que los años parecen no haber pasado.
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