
ARCHIVO 28.07.24
Antigua costumbre de la prensa tradicional solía ser, en este periodo vacacional, acudir al socorrido expediente de los archivos para cubrir la lamentable falta de material que la vacancia periodística indefectiblemente provoca. Eso era en aquellos tiempos, porque ahora se tiende a recurrir, antes, durante y después del receso veraniego a la figura del “becario”, periodista en ciernes que, a poco que se descuide, lo seguirá siendo per secula, pues ya se sabe que el mundo editorial está en permanente crisis. Nosotros tiramos, pues, de archivo, trayendo a la primera plana una nota del ya lejano 2016, cuya lectura espero agrade a quienes no eran abonados nuestros por aquel entonces y traiga buenos recuerdos a quienes nos han sido fieles desde el principio.
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Hoy traemos al baratillo una joya de aquellos tiempos convulsos, I Feel Like I'm Fixing to Die (1967) segundo álbum de Country Joe and the Fish, banda nacida en Berkeley en 1965 y considerada, a justo título, como una de las mejores a la hora de generar esos sonidos que conforman lo que se ha dado en llamar rock psicodélico. Fundamentadas en la sátira cuando no en la reducción al absurdo, las letras de Country Joe and the Fish hicieron mella en una generación de seguidores de la musica rock que todavía valoraba el hecho de que un disco tuviera contenido ("mensaje" se decía entonces), interés por el fondo que pocos años después decaería notablemente hasta prácticamente quedar oculto tras el resplandor de una forma que habría de marcar el rumbo de los nuevos tiempos, llegando a su apogeo en nuestros días.

Dentro del apartado musical, hay que decir que I Feel Like I'm Fixing to Die es, pura y simplemente, una maravilla. La sección rítmica, excelente, secunda unos solos de guitarra excepcionales ("Thursday", "Eastern Jam"), mientras que el órgano, con su timbre distorsionado, refuerza la dimensión psicodélica de una grabación que comparte canciones de clara significación política, como la que da título al álbum, con otras de carácter más intimista ("Pat's Song"). La voz de Joe, suave y vibrante a un tiempo, se adapta perfectamente al cometido de proporcionar a las canciones, ya de por sí bastante psicodélicas, un cierto regusto cósmico. Pareciera que todo tuviese el aspecto de salir rodado, sin que en ningún momento se tenga la sensación de que los músicos hayan ensayado demasiado, de que las canciones sean el resultado de un trabajo de concienzudo moldeado sobre el barro de la inspiración y de que la toma sonora se haya producido en un estudio cerrado y no sea mas bien fruto del impromptu de unos artistas geniales al calor del directo. En definitiva, lo que tenemos delante no es ni más ni menos que un gran disco, se mire por dónde se mire.
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