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domingo, 26 de octubre de 2025

RIZ ORTOLANI / ANTONIO OLIVIERO - MONDO CANE (O.S.) (1962)

EMG 26.10.25

No siempre sucede así, pero en ocasiones el esfuerzo que realizamos los amantes del disco por encontrar grabaciones que todavía faltan en nuestra colección acaba teniendo su recompensa. Como bien saben todos los seguidores de El Baratillo que comparten con quien esto escribe las alegrías y sinsabores de una afición tan incomprendida como necesaria para la preservación del registro fonográfico, la aparición de un ejemplar interesante en medio de una pila de discos suele ser signo precursor de la presencia de otros todavía mejores. Eso es exactamente lo que me ocurrió hace no mucho cuando de las profundidades de un desvencijado estante surgió esta copia monofónica de la banda sonora de la película documental “Mondo Cane” (United Artists, UAL 4105), afortunado hallazgo al que siguió el de una buena docena de álbumes a cuál más interesante, grabaciones de las que en algún momento daremos cuenta si el tiempo lo autoriza y las limitadas capacidades del comentarista lo permiten.

Centrémonos por el momento en este LP que, como decíamos, contiene la banda sonora original del film “Mondo cane” de 1962, dirigido por Gualtiero JacopettiPaolo Cavara y Franco Prosperi, que daría nombre a un subgénero de películas de explotación, el denominado cine “Mondo”. “Mondo cane” (en castellano, “Perro mundo”), consiste en una sucesión de viñetas con escasa conexión entre ellas en las que se representan escenas peculiares y chocantes, algunas susceptibles de herir la sensibilidad del espectador, todas ellas relacionadas con pintorescos usos y costumbres sociales practicados en diversas partes del mundo. El propósito de la cinta es, sin duda, provocar la sorpresa en el espectador, quien desde la comodidad de su butaca se adentra en un universo “freak”, seductor y repulsivo a un tiempo, que pone de manifiesto la enorme distancia existente entre las diferentes culturas sobre lo que debe o no debe ser socialmente admitido. So pretexto de realizar un documental de intención antropológica, lo que los directores de “Mondo cane” terminan ofreciendo al público es un mosaico de imágenes curiosas que, gracias a la eficaz colaboración del narrador y a la calidad de la banda sonora, mantienen el interés de un espectador convertido en visitante de caseta de feria al que se le muestran una tras otra atracciones y rarezas que contribuyen a hacerle olvidar por un instante el tedio de su vida cotidiana. Invitamos a quienes todavía no hayan visto la película y sientan la curiosidad de acercarse a ella a que lo hagan si lo desean a través de este enlace que conduce a la versión original en italiano, subtitulada en castellano.

Además de encontrar un gran éxito de taquilla, “Mondo cane” se hizo muy pronto popular gracias al tema principal de su banda sonora, obra de los compositores italianos Riz Ortolani y Antonio “Nino” Oliviero, que se alzaría en 1964 con el premio Grammy a la mejor canción y sería nominada ese mismo año al Óscar a la mejor canción original bajo el título “More”, una vez adaptada al inglés con letra de Norman Newell. El éxito de la composición fue tal que muy pronto surgirán versiones a cargo de artistas de tanto renombre como el trombonista Kai Winding -que será quien en mayor medida contribuya a su difusión-, la cantante italiana Katyna Ranieri, esposa de Riz Ortolani, los cantantes norteamericanos Bobby Darin y Vic Dana, la orquesta de Martin Denny o el grupo instrumental The Ventures, entre otros muchos. Las melodías que componen la banda sonora se repiten a lo largo de la misma varias veces, banda sonora que, a efectos de su grabación en disco, fue escindida en varios segmentos a los que se otorgaron diversos títulos, correspondientes a los cortes indicados en la contraportada y en la galleta del LP. La primera de las pistas, “Life Savers Girls”, contiene el título principal de la película, es decir, el tema que más tarde será conocido como “More”. 

Una excelente adición a cualquier galería de bandas sonoras originales, la de “Mondo cane” destaca por su originalidad y -sin que en modo alguno pueda ser considerado un disco raro- también lo hace por su relativa escasez, una circunstancia que se ve agravada en España por el hecho de que no apareció en nuestro país hasta 1964, dos años después de su lanzamiento mundial, siendo publicada en pequeñas tiradas por el sello barcelonés Vergara con el título “Mondo cane (Este perro mundo)”.

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martes, 23 de julio de 2024

THE HOWARD ROBERTS QUARTET - JAUNTY-JOLLY! (1967)


EMG 23.07.24

De sobra es sabido que los años cincuenta y sesenta del siglo pasado marcaron el punto más alto en lo que a la calidad del sonido grabado se refiere. El avance exponencial en las tecnologías de registro y de reproducción, unido a una demanda hasta entonces nunca vista por parte del público aficionado, determinaron que productos como el que hoy presentamos, alcanzarán un nivel superlativo en términos de interpretación, arreglos, producción y, por supuesto, calidad sonora. Traemos hoy a El Baratillo este “Jaunty-Jolly!”, un álbum del guitarrista norteamericano Howard Roberts (más conocido en aquel entonces por sus iniciales H.R.) que forma parte de la serie de seis LP que grabó para el sello Capitol entre 1963 y 1966. Miembro destacado de la célebre “Wrecking Crew”, H.R. participó como guitarra principal y rítmica en miles de sesiones y en centenares de grabaciones de artistas de primer nivel cuya cita, por larga y enfadosa, voy a obviar, recomendando a quien lo desee el visionado del documental “The Wrecking Crew”, en el que se desvelan interesantes aspectos relativos a la música grabada en aquellos años que pasaron desapercibidos para todos excepto para quienes estaban dentro del negocio. En “Jaunty-Jolly!” (Capitol ST 2716), Howard Roberts está acompañado por un elenco de magníficos músicos, entre los que quiero destacar al extraordinario teclista Dave Grusin, cuyos drives, fraseos y bases rítmicas se combinan en perfecta armonía con el punteo de H.R., claro, contundente, veloz y repleto de acordes e improvisaciones jazzísticas, que convierte a los standards y los temas contemporáneos que pueblan la lista del disco en obras por momentos únicas y manifiestamente alejadas del original. En definitiva, un ejemplo más del exquisito gusto con que los equipos de Capitol (A&R, productores y músicos de la casa) trataban a todos y cada uno de sus lanzamientos, la gran mayoría de ellos, al igual que este, dignos de ocupar un lugar de privilegio en la historia de la fonografía.

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martes, 23 de enero de 2024

BERT KAEMPFERT - A SWINGIN’ SAFARI (1962)


EMG 23/1/24

La renovación de la música pop en los Estados Unidos era ya un hecho a finales de los cincuenta, cuando todavía en el viejo continente el grueso de las orquestas de música popular, con excepción de aquellas que incursionaban en el jazz, continuaban fieles al sonido de cuerdas, ancladas en ritmos y melodías que hundían sus raíces en el siglo XIX y concediendo escasa importancia a la sección rítmica así como a las armonías creadas a través de la superposición y contraposición de instrumentos de viento. Ni que decir tiene que la incorporación de instrumentos con amplificación eléctrica era considerado como algo impropio de cualquier conjunto orquestal que se preciase, poco menos que meras novelties destinadas a impresionar a ese nuevo público musical surgido de los programas del incipiente medio de comunicación que todavía era la televisión, muy desarrollada al otro lado del atlántico pero aún en mantillas en la mayoría de los países europeos, a excepción quizá del Reino Unido, donde la BBC siempre destacó por su compromiso con la música y el desarrollo tecnológico.

Así, Mantovani, Melachrino, 101 Strings y otras orquestas de cuerda de menor entidad constituían en Europa el núcleo dominante del género que más tarde será denominado con el apelativo un tanto difuso -y, hasta hace no mucho, despectivo- de easy listening. Sin embargo, una nueva generación de músicos comenzaría a aparecer con el cambio de década. Compositores, directores, productores y arreglistas abiertos a nuevos ritmos y a nuevas melodías, que incorporaron técnicas de estudio innovadoras, músicos, por ejemplo, como George Martin, el “quinto Beatle”, sin el cual el éxito inigualable de los “Fab Four” nunca se hubiera producido. Es el caso, asimismo, del artista que hoy presentamos, el compositor, director de orquesta y multi-instrumentista alemán Bert Kaempfert, precursor del jazz en Europa y conocido universalmente por ser el autor de uno de los temas de mayor éxito de la historia. Nos referimos, claro está, a “Strangers in the Night”, canción interpretada primero por Ivo Robić que alcanzaría en 1966 el número uno de las listas mundiales gracias a la voz de Frank Sinatra. En su trabajo como productor para la casa alemana Polydor, Kaempfert fue el responsable de contratar a los Beatles para ser el grupo que acompañase a Tony Sheridan en su álbum de 1962 “My Bonnie”. El resto de la historia es bien conocida por todos: un cliente se acercó a la tienda que un tal Brian Epstein regentaba en Liverpool solicitando una copia del disco y Epstein, que se quedó con la copla, no pararía hasta descubrirlos y ayudarles a lograr lo que finalmente fueron. Volviendo al tema que nos ocupa, el primer éxito de Kaempfert llegaría en 1960 con el tema “Wonderland by Night”, que no pudo editarse en Europa y tuvo que acabar siéndolo en Estados Unidos, publicado en el sello Decca. El solo de trompeta de la canción contribuyó a captar la atención del público y convirtió a Kaempfert y su orquesta en un fenómeno musical. Después vendrían muchos más éxitos como “Spanish Eyes”, entre cuyos principales intérpretes están Al Martino y Wayne Newton, o “L-O-V-E”, a cargo de Nat King Cole.

Hoy traemos a “El Baratillo” uno de los trabajos más logrados de Bert Kaempfert, el disco de larga duración “A Swingin’ Safari”, de 1962, cuyo tema homónimo fue utilizado durante años en el programa de televisión de la NBC “The Match Game” en version ejecutada por Billy Vaughn y su orquesta. Lo que hace especial a este álbum es el hecho de estar inspirado en ritmos y melodías sudafricanas fuertemente impregnadas de elementos jazzísticos, de ahí el término swingin’ que figura en el título. La destacada presencia de la trompeta y de otros instrumentos de viento-metal, junto con una sección rítmica parcialmente electrificada constituyen aspectos diferenciales de un disco que, ya lo señalábamos antes, bebe en fuentes de inspiración africana, como en el caso del famosísimo tema “Wimoweh”, interpretado en 1952 por The Weavers, aunque la mayor parte del material tiene a Kaempfert como su autor principal. En definitiva, un álbum cuya importancia desde el punto de vista de la historia de la música pop es innegable, tanto por su valor artístico como por sus cualidades sonoras, y que por ello merece ocupar un lugar destacado en las estanterías de todo buen aficionado a la música orquestal y al easy listening.



No queremos terminar sin destacar el hecho de que el álbum no tardaría en aparecer en nuestro país, en 1963, justo al año siguiente de su publicación en Estados Unidos, donde se distribuyó bajo el título de “That Happy Feeling” (Decca), incluyendo una canción, “Sunday in Madrid” que no figuraría en las ediciones europeas, incluida la española, en que sería sustituida por el tema “Afrikaan Beat”. La calidad de la grabación es realmente muy buena, con una dinámica y un detalle sobresalientes, tanto en la versión estéreo (nuestra copia es un prensaje alemán con la “galleta” roja, lo que indica una reedición de mediados de los sesenta) como mono (correspondiente, en nuestro caso, a la primera tirada española).


martes, 2 de enero de 2024

LÉO ARNAUD AND HIS ORCHESTRA - MARIMBITA (1957)


EMG 2/1/24

Las ventajas que para el aficionado al disco tiene el practicar la heterodoxia musical podría decirse que son infinitas. El material a su alcance es inagotable, se puede encontrar a precios razonables y en ocasiones es susceptible de proporcionar agradables sorpresas, sobre todo si el ojo de quien rebusca en las cajas de tiendas y baratillos, casi siempre repletas de material variopinto en distintos estados de conservación, está suficientemente entrenado. Son bastantes, sin embargo, los que piensan que el reunir discos de diversos estilos, épocas e intérpretes, solo conduce a la dispersión, a la incoherencia y, en último extremo, a la devaluación de una colección. Efectivamente, puede ser que el afán desaforado por acumular discos haya conducido a algunos -sobre todo en los estadios iniciales de su actividad recolectora- a reunir material heteróclito y poco interesante, en definitiva, candidato a llenarse de polvo en las estanterías o, en el mejor de los casos, encontrar salida en forma de saldo a través de la red. Pero también es posible, de hecho es mi caso, que los gustos musicales evolucionen y que se vayan descubriendo virtudes en grabaciones, estilos y periodos musicales que antes eran simple y llanamente ignorados, cuando no abiertamente objeto de desprecio. Digo que es mi caso porque hace diez o doce años yo estaba todavía encerrado en dos géneros, la música clásica, por un lado, y el pop y el rock, por otro, estos últimos centrados particularmente en el período que va de los Beatles hasta finales de los años setenta. Ni el jazz, ni el easy listening, ni las show tunes, ni ninguno de los géneros que dominaron la música desde los años 
veinte hasta los sesenta encontraban espacio en mi discoteca. El descubrimiento de todos ellos fue, no obstante, progresivo. Vino de la mano del cine y pude completar mis conocimientos musicales sobre cada uno de esos géneros y estilos gracias a que en las ferias del disco encontraba cajas y cajas llenas de álbumes que, por alguna razón inexplicable, casi nadie quería comprar.

Discos como este LP de 1957 a cargo de Léo Arnaud y su orquesta titulado “Marimbita” y publicado en el extraordinario sello californiano Liberty que, en vísperas del lanzamiento del estéreo, exhibía como reclamo una sugestiva portada acompañada de múltiples referencias a la excelencia de la grabación, como la que figura en la parte superior de la misma (“Spectra-Sonic-Sound… The Ultimate in High Fidelity”), que también se muestra en el tercio inferior de la contratapa con el añadido de un término -novedad por aquel entonces en que las válvulas reinaban como monarcas absolutas- que terminaría años más tarde por incorporarse al vocabulario de la alta fidelidad: “transistorized”. Lo cierto y verdad es que este disco, grabado en el momento supremo del sonido monofónico, presenta una dinámica y un empaque superlativos, recogiendo con gran fidelidad el timbre de ese exótico instrumento que es la marimba, mediante el cual el arreglista y director de orquesta franco-americano Léo Arnaud crea una atmósfera “lounge” a partir de temas propios y ajenos, todos ellos de enorme nivel, como “Taboo” de Margarita Lecuona, versionado con éxito por Arthur Lyman y por Lex Baxter, con el que se abre la cara A del disco, “Moon of Manakoora”, de Alfred Newman y Frank Loesser, que interpretó nada menos que Dorothy Lamour en la película de John Ford “Huracán” de 1937, o “standards” del calibre de “Tea for Two” de Vincent Youmans e Irving Caesar (verdaderamente curioso escucharlo al son de la marimba) o de “In a Mist”, del gran Bix Beiderbecke. En definitiva, un disco muy entretenido que sirve de ejemplo para demostrar que las fronteras de los géneros y los estilos musicales han sido y son muy amplias, y que temas que fueron grabados en cientos de ocasiones, como algunos de los que aparecen en este “Marimbita” de Léo Arnaud, todavía son susceptibles de encontrar nuevos caminos en su ya larga carrera hacia la inmortalidad.