Traemos hoy como sugerencia este sampler publicado por Columbia en 1967, primera entrega de un total de dos, con una selección de artistas de la discográfica neoyorquina. Los temas extraídos, orientados al público más joven, están bien seleccionados, aunque no son necesariamente los mejores de cada uno de los álbumes de los que proceden.
El disco se abre con una versión de “¡Help!” a cargo de TheBrothers Four, rebosante de calidad, finura y personalidad, todos ellos rasgos que son marca de la casa. Le sigue la magnífica versión de “Hey Joe” por The Byrds, que encuentro muy próxima en su sonido al rock psicodélico británico, en la línea de unos Yardbirds, aunque portando claramente la impronta de los californianos. El magnífico dúo Chad and Jeremy realiza una soberbia interpretación del tema de Simon y Garfunkel “Homeward Bound”, sin duda una de sus mejores canciones. The Cyrkle, grupo de corto recorrido que tuvo un gran hit con “Red Rubber Ball” (Paul Simon) publicado a principios de aquel año, se presenta aquí con “Cloudy”, otro buen tema firmado por el cantautor de Newark. El actor y cantante John Davidson se presenta en el disco con una versión de “You Don’t have to Say you Love me”, un cover de la canción de Pino Donaggio “Io che non vivo (senza te)”, que había sido versionada ese mismo año 1966 con enorme éxito por la gran Dusty Springfield. Le sigue un corte extraordinario del disco “Blonde on Blonde”, de Bob Dylan, “I Want you”. Poco se puede decir de un artista y un tema que ya forman parte de la historia de la música rock. El conjunto de folk, luego virado hacia el pop, The New Christy Minstrels publicó en 1966 uno de sus álbumes más conocidos “New Kick!”, en el que realizan versiones de temas contemporáneos tratados siempre desde sus cuidadas armonías vocales. Entre ellos este “These Boots are Made for Walkin’”, que Lee Hazelwood compuso para Nancy Sinatra y con el que la cantante se vería catapultada hacia el éxito internacional. A continuación, un excelente tema bellamente interpretado por la banda tejana de folk The Pozo-Seco Singers, “You’ve Lost that Lovin’ Feelin’”, con el que The Righteous Brothers llegarían a alcanzar fama mundial en 1964 y a través del cual Phil Spector llevaría al extremo su famosa técnica de grabación del “Wall of Sound”. Como puede apreciarse, la versión de los chicos de Corpus Christi se halla en las antípodas de la de los de Orange County, lo que proporciona una oportunidad de valorar la calidad del tema, una vez desprovisto de los artefactos sonoros añadidos por Spector a la versión interpretada por el dúo californiano. Extraído de su disco “Just Like Us!”, Paul Revere and the Raiders nos ofrecen “Just Like Me”, un tema que muestra la fortaleza que el grupo tenía en ese año de 1966, subidos ya al carro de un éxito que continuaría, amplificado, en los años siguientes. “Down on the Boondocks” es el single con el que debutó el cantante Billy Joe Royal, Una canción escrita por Joe South y extraída del álbum homónimo, publicado en este caso en 1965. El disco se cierra con un corte perteneciente al álbum de Simon and Garfunkel “The Sounds of Silence”, “We’ve Got a Groovy Thing Goin’”, tema que acaso no sea uno de los más conocidos del disco pero que en todo caso tiene la virtud de mostrarnos al dúo neoyorquino en la cúspide de su popularidad y en el que muy probablemente fuese su mejor momento artístico.
Por razones que nos son desconocidas, aunque es algo que ocurre con alguna frecuencia, el tema interpretado por John Davidson “You Don’t Have to Say you Love Me” permanece por el momento inaccesible en Spotify. Ofrecemos, no obstante, un enlace a You Tube en el que se recoge en su integridad el álbum del que fue extraído y en el que, por supuesto, figura la canción.
Puede que a alguno de nuestros seguidores el nombre de Burton Cummings no les diga demasiado. Pero si les contamos que se trata de la voz solista, el titular de los teclados y el autor de muchos de los temas de la banda canadiense de fama internacional The Guess Who y, por lo tanto, responsable en gran medida de que el #1 en Canadá y #9 en Estados Unidos de 1970 “American Woman” siga siendo una de las canciones más famosas de la historia del rock, entonces la cosa cambiará sustancialmente. Así es, Burton Cummings, junto con el gran Randy Bachman y el resto de sus compañeros constituyeron la formación más importante de la banda de Winnipeg que, tras la marcha de Bachman para fundar Brave Belt, primero, y el exitoso grupo Bachman-Turner Overdrive, más tarde, el propio Cummings seguiría liderando hasta su total disolución en 1975.
En 1976, Burton Cummings lanzaría su primer trabajo en solitario en el recientemente fundado sello Portrait, subsidiario de Epic, el álbum homónimo “Burton Cummings”, que llegaría al #5 en las listas canadienses y el #30 en el Billboard. Un año después, en 1977, llegaría este “My Own Way to Rock”, de nuevo publicado en el sello Portrait, que alcanzaría el #4 en Canadá y el #51 en Estados Unidos. Un LP del que fueron extraídos varios singles, entre ellos el que contiene la canción que da nombre al disco “My Own Way to Rock”, con el que Cummings llegaría al #38 en Canadá y al #74 en el Billboard Hot 100. Además de este buen tema, que puede inscribirse en el rock’n’roll revival de mediados de los setenta, el álbum se completa con otros cortes interesantes, conducidos siempre desde el piano y dominados por la voz nítida y articulada, de amplio rango tonal, del artista canadiense. Destaca la canción con que se abre el disco “Never had a Lady Before” y merece la pena mencionar también “Timeless Love”, tema este último que saldría también en single, entrando en el top 50 de las listas canadienses.
Conocidos universalmente por la serie de éxitos con que alcanzaron la cumbre de las listas del Billboard tanto en 1966 (“Along comes Mary”, #7 y “Cherish” #1) como en 1967 (“Windy”, #1 y “Never my Love”, #2), el fabuloso grupo californiano The Association presentó en marzo de 1968 su cuarto álbum “Birthday”, al que dedicamos unas líneas hoy en El Baratillo. Empecemos por destacar su gran calidad de conjunto y el excelente nivel de los temas, que siguen estando firmados, como en los álbumes anteriores, por varios de los componentes de la banda, algo que, como veremos más adelante, tendrá su importancia en el contexto de la producción del disco y de su ulterior carrera comercial. El tono general en que se mueve este LP pivota en torno a la fórmula que había impulsado al estrellato a los californianos en sus trabajos anteriores: un sunshine pop casi canónico, es decir, armonías vocales sobre melodías siempre reconocibles, acompañadas de lujosa instrumentación y dotadas de arreglos basados en tempi de rock, todo ello aderezado con un ligero perfume psicodélico. Con este bagaje, The Association consiguió introducir dos temas en el top 40 del Billboard (el fantástico “Everything that Touches you”, #10 y “Time for Livin’”, #39), mientras que el album lograría un más que meritorio #23 en el Billboard top 200. En definitiva un resultado que bastaría por sí solo para justificar toda la carrera de un grupo si no fuese porque ese grupo se llama The Association, una de las grandes bandas de la historia del rock, que precisamente a partir the “Birthday” iniciará su declive, a pesar de seguir contando con buenos temas en sus trabajos subsiguientes. Además de los ya mencionados, que entraron en las listas, no quiero dejar de mencionar el soberbio corte que abre el disco “Come on in” y la balada “Rose, Petals, Incense and a Kitten”, que evoca como ninguna otra el ambiente que se debía respirar en aquellas noches californianas del “Flower Power” y del “Summer of Love”.
Decía más arriba que el hecho de que todos los temas estuvieran a cargo de miembros del grupo es algo que tuvo sus repercusiones. Efectivamente, parece ser que Jimmy Webb compuso para The Association la famosa canción “MacArthur Park”, que habría sido inicialmente un encargo de su productor, Bones Howe, canción que los angelinos rechazaron dada su larga duración, ya que ello les obligaba a descartar al menos tres cortes entre los que ya tenían listos para su inclusión en el disco. El resto de la historia es bien conocida, “MacArthur Park” terminaría formando parte del álbum de Richard Harris “A Tramp Shining”, llegando a alcanzar el puesto número 2 de las listas en junio de 1968. Una verdadera lástima, pues estoy convencido de que The Association hubiera hecho algo infinitamente mejor con el tema de lo que Richard Harris -buen actor, pero cantante de recursos limitados- fue capaz de lograr. En todo caso, las vicisitudes de “MacArthur Park” con The Association sirven para poner de manifiesto las dificultades a las que se enfrentaban en ocasiones los productores a la hora de elegir el material en unos años, los sesenta, en que -como ya hemos destacado en otras ocasiones- se dieron unas circunstancias excepcionales y nunca más repetidas: una proliferación de artistas de la máxima calidad, unos productores, técnicos y músicos de estudio al mismo nivel, unas discográficas con recursos humanos y financieros amplísimos y, lo más importante de todo, un inmenso mercado ávido de novedades musicales, ya que la pasión por la música grabada se encontraba entonces en su punto más alto, convirtiendo al disco en un artículo de consumo presente en buena parte de los hogares. En cualquier caso, con o sin “MacArthur Park”, escuchar este “Birthday” de The Association es seguro que constituirá un verdadero placer para el aficionado al sonido de la Costa oeste.
Tras su álbum debut homónimo, la banda de San Francisco It’s a Beautiful Day presentó a mediados de 1970 este segundo trabajo, “Marrying Maiden”, más alejado de la psicodelia, santo y seña de la ciudad californiana a finales de los sesenta, que el disco precedente. En efecto, por el LP discurren algunos temas de marcado sabor country como “The Dolphins”, firmado por Fred Neil, o el instrumental “Hoedown”, que cuenta con la participación de Jerry Garcia al banjo, guitarrista que aparece también en el animado tema “It comes Right Down to you” tocando la pedal steel. En cualquier caso, se trata de un disco que destila un agradable perfume “viajero”, apreciable en “Don and Dewey”, instrumental con el que se abre el disco, y muy presente en uno de sus mejores cortes, “Soapstone Mountain”. La llegada a los teclados de Fred Webb se deja notar en el drive que impulsa a varios de los temas, además de en una interesante pieza, a caballo entre la psicodelia y el sunshine pop, como es “Let a Woman Flow”, infravalorada por los escasos críticos que han profundizado en este disco y que, personalmente, encuentro muy lograda. El rítmico “Good Lovin’ ”, tema compuesto por Webb y Holman, apunta a una clara -y benéfica- influencia del sonido de los Grateful Dead. Tras el recitativo-instrumental “Galileo”, el grupo se lanza a la interpretación del último corte del disco, “Do you Remember the Sun?”, un número de psicodelia suave que, por momentos, evoca en cierta medida a los Beach Boys de la etapa posterior a “Pet Sounds”. En conjunto, este “Marrying Maiden”, muestra una evolución respecto al disco debut de la banda (#47 en el Billboard 200), esfuerzo que no se vería coronado por el éxito, ya que ni el álbum propiamente dicho ni los dos singles que se extrajeron del mismo llegaron a alcanzar las listas americanas.
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Como sucede en otras ocasiones, Spotify sólo ofrece el primer trabajo de It’s a Beautiful Day. Nosotros acompañamos un enlace a uno de los canales que incluyen “Marrying Maiden” en You Tube.
Cuando dos artistas de la estatura de Peggy Lee y Randy Newman unen sus esfuerzos en una misma dirección el resultado no puede ser otro que el éxito. Lo que nadie podía esperar en 1969 es que la confluencia de la voz de una y las virtudes musicales del otro convertirían a este disco y, sobre todo, a la canción de la que deriva el título del mismo “Is That All There is?” en uno de los ejemplos más perfectos de la renovación experimentada por el cancionero americano a finales de los sesenta y principios de los setenta. Músicos como el propio Newman, Harry Nilsson, Van Dyke Parks, Carole King, Brian Wilson, Joni Mitchell, Jackson Browne o Donald Fagen, por no citar más que algunos, fueron los encargados de dar un nuevo impulso a la música popular americana. Con distintas percepciones en torno al hecho musical y desde actitudes diferentes ante la vida, todos ellos, y bastantes más, contribuyeron a revigorizar el cancionero norteamericano, creando sonidos a partir de distintas fuentes, el jazz, por supuesto, pero también la música de baile, el bluegrass o el country.
La naturaleza quintaesencial de “Is That All There is?” como expresión de un sentimiento, amargo y pesimista es cierto, con el que enlazan distintas generaciones, está en la base de su éxito, haciendo de ella una canción eterna y, en cierta medida, universal. Por su parte, la dirección y los arreglos de Newman convierten al disco en una verdadera joya de la música popular moderna que, además del magnífico tema de Leiber y Stoller que da título al disco, incluye auténticas obras de arte como la versión de “Me and my Shadow”, canción de Al Jolson, Billy Rose y Dave Dreyer, aunque parece ser que debida exclusivamente a estos dos últimos, en la que Peggy Lee interpreta con mínimo acompañamiento, haciendo gala de su facilidad para cantar “suavemente, con sentimiento”, como ella solía decir. Merece también ser destacada la interpretación de “My Old Flame”, otro standard que Arthur Johnston y Sam Coslow crearon para la película de 1934 “Belle of the Nineties”, protagonizada por Mae West. En la cara B se incluyen algunos covers de temas contemporáneos como “Brother Love’s Travelling Salvation Show” de Neil Diamond, que personalmente prefiero en la versión original del cantante de Brooklyn, o “Something” de George Harrison, mejor adaptada a las características vocales de la Lee, junto a un tema de Newman, “Johnny (Linda)” y otros dos standards, “Whistle for Happiness” de Leiber y Stoller y “Don’t Smoke in Bed” de Willard Robison.
“Ma” es el sexto álbum, publicado en 1973, de la banda de Detroit Rare Earth, cuyo sonido para entonces no resultaba fácil de encasillar dentro de ningún estilo concreto ya que era el resultado de la superposición -de la mezcla, si se quiere- de rhythm and blues y classic rock, con toques de psicodelia (cuando ésta ya estaba desvaneciéndose) e incluso de funk (un estilo claramente consolidado a principios de los setenta). La mayoría de los temas se deben al productor del disco, Norman Whitfield, hombre fuerte en la discográfica Motown en cuyo subsello, llamado “Rare Earth”, el grupo publicaba sus discos (el nombre se puso a sugerencia suya) y personaje que estuvo detrás del sonido “Motown”, en particular el de The Temptations, así como del pujante crossover de finales de los sesenta denominado “psychedelic soul”.
En su cara A, el disco contiene un solo tema, el homónimo “Ma”, con una duración de más de diecisiete minutos y carácter casi exclusivamente instrumental, que marca la pauta de lo que en ese momento los Rare Earth estaban haciendo: una amalgama de soul y de rock por partes iguales. La cara B comienza con “Big John is my Name”, un corte de melodía y ritmo soul que se acompaña de una instrumentación con perfiles de hard rock. Le sigue un sólido tema, “Smiling Faces Sometimes”, que comienza con frases en español sobre un fondo musical para entrar seguidamente en la canción propiamente dicha, que cuenta con la voz del batería Peter Hoorelbeke. The Undisputed Truth, grupo creado a instancias de Whitfield como vehículo de sus creaciones,alcanzaría con esta canción el número 3 del Billboard el 26 de junio de 1971. En la misma vena de soul psicodélico con fuerte acento de rock, en que destaca el drive proporcionado por el órgano, se encuentra “Hum Along and Dance”, tema grabado previamente por The Temptations que también seria versionado por The Jackson 5. Cierra el disco un fill in instrumental, “Come with me”, acompañado de susurros y jadeos relativamente explícitos que, para ser honestos, carece absolutamente de interés.
Finalizaremos diciendo que estamos ante un disco interesante por su naturaleza híbrida, algo que venimos destacando a lo largo de la nota, así como por el hecho de ser obra del primer grupo completamente formado por blancos que firmó por el sello Motown. Una cosa más: el álbum apareció en España con dos portadas, una idéntica a la que mostramos más arriba (nuestra copia es EMI-Electrola alemana) y una segunda, esta última censurada, en la que tan solo aparece el título del disco.
Hoy traemos un nuevo Programa Clásico centrado en grabaciones procedentes de dos compañías discográficas europeas que fueron dominantes en la era analógica. Nos referimos al sello inglés Decca, presente en el mercado casi desde los comienzos de la música grabada, y al sello holandés Philips, surgido mucho más tarde, en 1950, poco antes del lanzamiento en Europa del disco de larga duración a 33 1/3 rpm. Editados y distribuidos por todo el mundo, los discos Decca y Philips compitieron durante un tiempo en el mercado británico, ya que tras la separación de la Columbia inglesa y la norteamericana, Philips compartió catálogo con la segunda, dentro del cual se encuentran algunas grabaciones y prensajes apreciados por los coleccionistas. Aunque ambos terminaron siendo sellos generalistas, ya fuera editando de manera directa o a través de subsidiarias, la profundidad y la calidad de sus respectivos catálogos de música clásica rivaliza con la de los de Deutsche Grammophon o EMI-HMV y, por supuesto, con el de las grandes compañías norteamericanas como RCA, Columbia, Mercury o Capitol.
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Édouard LALO - Symphonie Espagnole op. 21
Maurice RAVEL - Tzigane op. 76
Ruggiero RICCI (violin)
Ernest ANSERMET (director)
Orchestre de la Suisse Romande
DECCA LXT 5527 (mono) 1960
La Orquesta de la Suisse Romande, fundada por Ernest Ansermet y dirigida por él mismo durante décadas, estuvo grabando en exclusiva para Decca durante gran parte del período en que el maestro estuvo al frente del conjunto ginebrino. Aquí nos ofrece uno de los registros de referencia de la Sinfonía Española de Lalo con el violinista californiano Ruggiero Ricci, quien también se prodigó como solista en muchos de los discos de la compañía británica. La interpretación, como digo, puede considerarse entre las mejores, tanto desde el punto de vista técnico como por el alto grado de comprensión por parte del artista de la obra de Lalo. Completa la cara B un coupling con una conocida rapsodia de Maurice Ravel, “Tzigane”, de gran complejidad técnica y destinada a mostrar las dotes interpretativas del solista, que en este caso sale más que airoso del encuentro con la obra. Concluyo señalando que la grabación mono es excelente, igual -si no superior- a la versión en estéreo, una versión esta última que alcanza precios en la actualidad que me atrevería a calificar de exagerados, aunque en materia de coleccionismo discográfico nada puede darse por definitivo, como la evolución del mercado en los últimos años nos ha venido a mostrar.
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Dmitri SHOSTAKOVICH - Sinfonía nº 5 op. 47
István KERTÉSZ (director)
Orchestre de la Suisse Romande
Decca LXT 6018 (mono) 1962
La carrera del director de orquesta húngaro István Kertész comenzaba a despuntar a principios de los sesenta, en particular gracias a su excelente grabación de la 9ª Sinfonía de Antonin Dvořák “Desde el Nuevo Mundo”, realizada para el sello Decca en 1961 dirigiendo a la Filarmónica de Viena. Un Kertész que comenzaría a producir nuevos registros tanto de obras sinfónicas como de conciertos para solista y orquesta, entre ellos este de la 5ª Sinfonía del compositor soviético Dmitri Shostakovich, estrenada en 1937 en Leningrado bajo la batuta de Yevgeni Mravinsky, que en su día recibió críticas acerbas por parte del oficialismo a causa de su modernidad, pero que sin embargo obtuvo una excelente acogida por parte del público asistente a su estreno. En nuestra opinión, aunque realiza un notable esfuerzo por dominar la poderosa presencia de las cuerdas, no acierta del todo Kertész a la hora de captar el tono sombrío pero profundamente emotivo de esta obra maestra de Shostakovich, algo que directores como Dimitri Mitropoulos o el pupilo de éste, Leonard Bernstein, por citar tan solo dos, consiguieron plenamente. En cualquier caso, deberá ser el oyente el que juzgue por sí mismo sobre el resultado del trabajo de un Kertész que hasta su temprana y súbita muerte en 1973, mientras nadaba en las costas israelíes de Haifa, seguiría grabando con éxito un gran número de discos para la Decca.
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Franz LISZT - Dante Symphony
Jesús López-Cobos (director)
Orchestre de la Suisse Romande
DECCA SXDL 7542 (stereo) 1982
Como señala Humphrey Searle, autor de las notas liminares que acompañan al disco, “Liszt y Marie d’Agoult gustaban de leer juntos la Divina Comedia. El fruto de este pasatiempo fue, para Liszt, la composición de una gran obra para piano, ‘Après une lecture de Dante, Fantasia quasi Sonata’ de 1837”. La obsesión por Dante fue una constante en el compositor y veinte años después, en 1857, estrenaría esta “Dante-Symphonie” que en principio iba a contar con tres movimientos: Infierno, Purgatorio y Paraíso, pero sería el mismísimo Wagner, destinatario de la obra, el que desaconsejaría al autor la introducción de este último movimiento ya que, a su parecer, cualquier intento de evocar la gloria celeste habría de estar necesariamente destinado al fracaso. De este modo la obra consta de dos movimientos que culminan en un “Magnificat” interpretado por el coro.
Para efectuar este registro, de los primeros que Decca realizó en formato digital, aunque en soporte analógico, el director español Jesús López-Cobos se subió al podio de la Orquesta de la Suisse Romande, a la que guía con mano firme por los vericuetos de esta obra cumbre del romanticismo, acentuando no obstante la fuerza desmedida de ese infierno imaginado por Dante, genialmente trasladada al pentagrama por el compositor austrohúngaro.
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Ludwig van BEETHOVEN - Sinfonía nº 6 “Pastoral”
Willem von OTTERLOO (director)
Wiener Symphoniker
Philips A 00176 L (mono) 195? [orig. 1953]
Casi desde sus comienzos la compañía holandesa Philips estuvo presente con fuerza en el mercado español en el que ofrecía un amplio catálogo de EPs de música clásica y popular que se completaba con un buen número de discos de larga duración, muchos de ellos registrados por orquestas e intérpretes de los Países Bajos a los que se unían grabaciones provenientes del otro lado del atlántico, concretamente de la casa Columbia. Por lo que se refiere a los holandeses, la ausencia forzosa por razones políticas y la avanzada edad de quien fuera la batuta más importante del país y una de las mejores de Europa -nos referimos claro está al extraordinario director de orquesta Willem Mengelberg- determinó probablemente que Philips se apoyará en otros directores de renombre como Paul van Kempen, Eduard van Beinum y el que figura en esta grabación, Willem von Otterloo, bien conocido entre los aficionados por su trabajo en el podio de la Residentie Orkest de La Haya, quien, tras un breve período de inhabilitación a causa de su actividad durante el conflicto con la Orquesta Municipal de Utrecht, firmó junto al conjunto de La Haya algunas de las mejores grabaciones realizadas por Philips en los años cincuenta. En este caso, le encontramos al frente de la Wiener Symphoniker dirigiendo la Sexta Sinfonía de Beethoven, una auténtica pièce de résistance para los directores de la época, que Van Otterloo resuelve a mi entender de la mejor manera posible, es decir, con ligereza y naturalidad, características esenciales de una obra en la que Beethoven quiso reflejar una visión optimista de la vida, con un hombre en sintonía con la naturaleza, coincidente con el buen estado de ánimo en que por entonces se encontraba el maestro alemán.
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Ludwig van BEETHOVEN - Trío para piano nº 3 op. 1 / Sonata para violonchelo y piano op. 17 “Horn-sonate”
Mieczyslaw HORSZOWSKI (piano)
Sandor Végh (violin)
Pablo Casals (violonchelo)
Philips A 00505 L (mono) 1959
Grabado en la casa de Beethoven en Bonn dentro de una serie histórica de registros que Philips publicaría simultáneamente en 1959, se encuentra este disco que recoge la primera obra en el catálogo del compositor, concretamente el tercero de los tres tríos de piano que conforman esa opus 1, en unión de la “Horn-sonate” op. 17, compuesta para piano y trompa, pero frecuentemente interpretada en diferentes arreglos, para quinteto de cuerdas o, como en este caso, para piano y dúo de cuerdas. Lo que hace importante a la grabación es sin duda la presencia de tres músicos excepcionales como fueron Horszowski, Végh y Casals, quienes actuaron juntos en varias ocasiones teniendo como cita ineludible durante años el Festival de Prades, organizado por el músico de El Vendrell. El resultado de la reunión no puede ser más afortunado, rozando la perfección, de ahí que esta y las otras grabaciones realizadas por los tres artistas en la casa de Beethoven en Bonn se cuenten entre las más cotizadas y buscadas por los coleccionistas.
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Niccolò PAGANINI - Concierto para Violín nº 3
Henryk SZERING (violín)
Alexander GIBSON (director)
London Symphony Orchestra
Philips 65 00 175 (stereo) 1971
Redescubierto por el propio Szeryng, el Concierto para Violín nº 3 de Paganini fue grabado por primera vez por el violinista mexicano nacido en Varsovia. Este que hoy presentamos es el disco, publicado en 1971, que contiene dicha grabación. La obra de Paganini no es extensa pero siempre invita a su escucha por la dificultad técnica y por el intenso empuje romántico que toda ella desprende. En el caso que nos ocupa, el atractivo es doble puesto que quien sostiene el arco es Robert Szeryng, uno de los grandes expertos en el estudio de la vida y la obra del violinista genovés y un virtuoso, si bien es cierto que algo soslayado en los últimos tiempos, cuyo legado no deja de ser inmenso, en especial las sonatas para violín y piano de Beethoven grabadas junto a Ingrid Haebler y su registro del Concierto para violín de Tchaikovsky con la Orquesta Sinfónica de Boston bajo la batuta de Charles Munch.
Acaba de publicarse en plataformas digitales (Spotify, Tidal, Apple Music, Amazon Music, Qobuz, Deezer) la sexta entrega de la edición completa de los singles de la gran cantante norteamericana Doris Day publicados por Columbia, incluyendo grandes éxitos como “Secret Love”, “If I Give my Heart to you” o la que es una de sus canciones más conocidas, “Que Sera, Sera (Whatever Will Be, Will Be)”, popularizada a raíz de la interpretación del tema por parte de la actriz de Cincinnati durante la escena central de la película de Alfred Hitchcock “El hombre que sabía demasiado” (1956).
Por los círculos musicales de aficionados, especialmente entre los seguidores de la música clásica, se divulgó en cierto momento la especie de que la música moderna, toda ella sin excepción, correspondía a un género menor y por lo tanto sus intérpretes no eran más que músicos de segunda fila, sin el nivel y el genio requeridos para interpretar obras pertenecientes al repertorio clásico. De ahí a lanzar una mirada despreciativa a aquellos que cometían el pecado de escuchar “música ligera” -quienes, dicho sea de paso, se contaban por millones- no mediaba mucho. Una idea está de que existe música “buena” y música “mala”, que por fortuna ha ido disipándose con el paso del tiempo gracias al pertinaz trabajo de musicólogos, audiófilos y coleccionistas que han ido poco a poco separando el grano de la paja, hasta llegar a nuestros días en los que asistimos a una recuperación de intérpretes que grabaron principalmente en los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo pasado, por cuyas obras el interés no hace más que crecer.
Así, a partir de la segunda década del siglo XXI, ha ido expandiéndose el universo del “Easy listening”, término que prefiero a otros ya que, una vez desprendido de su carácter peyorativo, describe a la perfección una de las funciones primordiales de todo producto musical: entretener, relajar y proporcionar disfrute al oyente haciéndole olvidar por un rato los agobios y preocupaciones anexos al tráfago de la vida cotidiana. Concepto difuso por la propia naturaleza de cruce de caminos entre diferentes corrientes musicales que le caracteriza, el “Easy listening” es antes producto del alto grado de profesionalidad de quienes participaban del negocio musical en aquella época (compositores, arreglistas, productores, responsables de artistas y repertorio, ingenieros de sonido…) que no un estilo o un género claramente identificable. En algún momento dedicaremos más espacio a esta cuestión, que resulta sin lugar a dudas del máximo interés. Baste por ahora hacer un llamamiento a los lectores y oyentes de “El Baratillo” a desprenderse de cualquier prejuicio -en el remoto caso de que todavía lo abrigaran- en relación con los artistas y las obras a las que hacemos referencia, cuyas grabaciones, la mayor parte de ellas de primer nivel, seguiremos trayendo de vez en cuando por aquí.
Este fin de semana hemos programado varios discos (la lista de Spotify figura, como siempre, más abajo) seleccionados en razón de su importancia en la evolución y el desarrollo del “Easy listening” que espero sean del agrado de todos vosotros.
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Ray CONNIFF his Orchestra and Chorus - ‘S CONTINENTAL - CS 8576 (Estéreo) Columbia, 1962
Comenzamos por un auténtico clásico, el celebérrimo “ ‘S Continental” de Ray Conniff, que forma parte de la exitosa serie de grabaciones que condujo a su autor a ocupar un lugar de privilegio en las listas internacionales y en las discotecas particulares de todo el mundo con sus innovadores y personales arreglos vocales e instrumentales que hacen de la música de Ray Conniff un producto inmediatamente reconocible. Su influencia en otros músicos contemporáneos es innegable, como también lo es la perfección de sus grabaciones, algunas de las cuales se cuentan entre las mejores que se han realizado, coincidiendo con un momento cumbre en el desarrollo de las técnicas de corte y masterizado, cuando los lanzamientos discográficos importantes se hacían simultáneamente en disco de larga duración y en cinta magnetofónica y tanto en mono como en estéreo.
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André KOSTELANETZ - Wonderland of Golden Hits - CS 8839 (Estéreo) Columbia (1963)
Hablar de André Kostelanetz es mencionar a uno de los fundadores de la escuela americana de grandes directores de orquesta que, merced a la llegada del microsurco y del disco de larga duración, optaría por divulgar y popularizar la música clásica junto con el rico acervo de “standards” que constituye el “Great American Songbook”, fuente inagotable esta última de obras imperecederas debidas al genio de artistas como Cole Porter, Jerome Kern, Irving Berlin, los hermanos Gershwin o RichardRodgers, y tantos otros que han ido conformando ese cancionero moderno, mezcla de temas de musicales de Broadway, bandas sonoras de películas, composiciones para artistas vocales (muchos de ellos pertenecientes al ámbito del jazz) y de otras obras debidas a compositores de muy diversa procedencia. La vida y la obra de Kostelanetz está inseparablemente unida a la casa Columbia, a la que ayudó a convertirse en una de las fuerzas dominantes del mercado fonográfico entre los años cuarenta y sesenta del siglo XX y que en grabaciones como esta, de 1963, roza la perfección absoluta.
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Helmut ZACHARIAS - Lo Mejor de Helmut Zacharias - 238 908 SLPHM (Estéreo) Polydor (1966)
Seguimos con un disco recopilatorio de los éxitos de Helmut Zacharias, superdotado violinista alemán y compositor de obras con las que tanto él como otros artistas alcanzaron el éxito. Zacharias constituye un buen ejemplo de lo errado que resulta considerar como artistas menores a muchos de los intérpretes en el ámbito del “Easy listening”, ya que inició su carrera como violinista en grandes orquestas alemanas y se presentó como solista en el sello Deutsche Grammophon, principal depositario y custodio de las esencias de la música clásica en Alemania. Esta que presentamos es una recopilación exclusivamente dirigida al mercado español que no fue publicada en ningún otro país. Está soberbiamente masterizada como solía ser norma en la prestigiosa casa discográfica Polydor.
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LOS INDIOS TABAJARAS - El amor es algo maravilloso / Amapola / Solamente una vez / Adiós Mariquita linda - EP 3-21003 (Mono) RCA (1966)
Cuando en los despachos de la todopoderosa Radio Corporation of America (RCA) se oyó hablar por primera vez de la existencia de dos oscuros músicos autodidactas brasileños que habían grabado un disco en la subsidiaria brasileña en el que combinaban el sonido de sus dos guitarras de manera especial, la mayoría de los ejecutivos de la casa no podían adivinar lo que años después iba a suceder. Llamados a los Estados Unidos para grabar un disco con sus composiciones, Los Indios Tabajaras -ese fue el curioso nombre artístico con que se presentaban los hermanos Antenor y Natalicio Lima, indígenas del estado de Ceará- obtuvieron un éxito inmediato, fundamentalmente gracias a “María Elena”, del compositor mexicano Lorenzo Barcelata, tema que ha constituido y aún constituye la auténtica marca registrada del dúo. Aquí les tenemos con un EP español de 1966 en el que se incluye el tema con el que Los Indios Tabajaras prolongarían su éxito hasta finales de la década, una versión de “Love is a Many Splendored Thing”, composición de SammyFain y Paul Francis Webster para la película homónima de 1955 que alcanzaría gran éxito ese mismo año en la versión de The Four Aces.
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RONNIE ALDRICH y sus dos pianos con la Orquesta del Festival de Londres - El estilo mágico de Ronnie Aldrich - PFS 4064 (Estéreo) Decca (1965)
A lo largo de los años cincuenta y sesenta, la compañía inglesa Decca destacó por prestar gran atención a la calidad del sonido de sus discos, desarrollando métodos de registro que permitieran apreciar al oyente la dinámica y el detalle que las grabaciones estéreo podían llegar a ofrecer. Con esa intención nació la serie “Phase 4 Stereo”, denominada en españa “4 Fases Estéreo”, a la que resulta inevitable traer a colación cuando de música “Easy listening”se trata. En efecto, uno de los principales mercados a los que iba dirigida esta serie, junto con el de la música clásica, fue el de los aficionados a la música instrumental cuyas preferencias se ampliaban a las versiones de “standards”, de temas actuales, a las marchas militares, a la música de cine y de Broadway e, incluso, a lo que comenzaría a ser tendencia a mediados de la década de los sesenta: la presentación de temas del repertorio clásico introduciendo instrumentos eléctricos, así como arreglos y ritmos “pop”. Uno de los ejemplos más destacados de esta tendencia lo tendremos en España, fruto de la colaboración, dentro del sello Hispavox, del director, arreglista y compositor argentino Waldo de los Ríos con el productor italiano Rafael Trabuchelli, quienes estuvieron detrás de discos de éxito internacional como “Sinfonías” (1970) en el que se recogía una versión del primer movimiento de la sinfonía nº 40 de Mozart que llegaría a ser número uno en varios países. El disco “Phase 4” que incluimos en la lista de hoy es un LP de 1965 firmado por el pianista y director de orquesta británico Ronnie Aldrich, quien aportó al catálogo de la serie un gran número de grabaciones, todas ellas de gran calidad, interpretando melodías que eran grabadas en varias pistas, dando la impresión, una vez convenientemente editadas y masterizadas, de que eran interpretadas en dos pianos. Hay que señalar no obstante que en algunos discos de Ronnie Aldrich, la excesiva separación de canales con la que se quería enfatizar la presencia de dos pianos -ambos, como decíamos, no eran sino uno solo- produce en ocasiones una sensación extraña en el oyente que redunda en una excesiva artificiosidad del conjunto.
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PAUL MAURIAT and his orchestra - Blooming Hits - PHS 600 248 (Estéreo) Philips (1967)
Concluimos la programación musical de hoy con un clásico del “Easy listening” europeo. No es otro que el célebre “Blooming Hits” (1967) del compositor y director francés Paul Mauriat y su orquesta, que incluye entre otros el tema “L’amour est bleu”, obra de André Popp que con arreglos de Paul Mauriat llevó a la cantante griega Vicky Leandros a alcanzar el cuarto puesto en el Festival de Eurovision de 1967, representando a Luxemburgo. Vinculado desde 1965 al sello Philips, la multinacional holandesa contribuiría a catapultar al éxito internacional a Paul Mauriat gracias a una exquisita producción, a una calidad de grabación extraordinaria (aunque en mi opinión siempre un paso por detrás de Decca y de Columbia) y a una no menos fantástica realización de portada que refleja de manera fidedigna, si no el contenido musical del disco, al menos el espíritu desenfadado y libertario de una parte de la juventud de la época, con una estética entre camp y psicodélica que recuerda a la de otras portadas no menos famosas, como por ejemplo la del álbum “Whipped Cream and other Delights” (1965) de Herb Alpert and the Tijuana Brass.
La renovación de la música pop en los Estados Unidos era ya un hecho a finales de los cincuenta, cuando todavía en el viejo continente el grueso de las orquestas de música popular, con excepción de aquellas que incursionaban en el jazz, continuaban fieles al sonido de cuerdas, ancladas en ritmos y melodías que hundían sus raíces en el siglo XIX y concediendo escasa importancia a la sección rítmica así como a las armonías creadas a través de la superposición y contraposición de instrumentos de viento. Ni que decir tiene que la incorporación de instrumentos con amplificación eléctrica era considerado como algo impropio de cualquier conjunto orquestal que se preciase, poco menos que meras novelties destinadas a impresionar a ese nuevo público musical surgido de los programas del incipiente medio de comunicación que todavía era la televisión, muy desarrollada al otro lado del atlántico pero aún en mantillas en la mayoría de los países europeos, a excepción quizá del Reino Unido, donde la BBC siempre destacó por su compromiso con la música y el desarrollo tecnológico.
Así, Mantovani, Melachrino, 101 Strings y otras orquestas de cuerda de menor entidad constituían en Europa el núcleo dominante del género que más tarde será denominado con el apelativo un tanto difuso -y, hasta hace no mucho, despectivo- de easy listening. Sin embargo, una nueva generación de músicos comenzaría a aparecer con el cambio de década. Compositores, directores, productores y arreglistas abiertos a nuevos ritmos y a nuevas melodías, que incorporaron técnicas de estudio innovadoras, músicos, por ejemplo, como George Martin, el “quinto Beatle”, sin el cual el éxito inigualable de los “Fab Four” nunca se hubiera producido. Es el caso, asimismo, del artista que hoy presentamos, el compositor, director de orquesta y multi-instrumentista alemán Bert Kaempfert, precursor del jazz en Europa y conocido universalmente por ser el autor de uno de los temas de mayor éxito de la historia. Nos referimos, claro está, a “Strangers in the Night”, canción interpretada primero por Ivo Robić que alcanzaría en 1966 el número uno de las listas mundiales gracias a la voz de Frank Sinatra. En su trabajo como productor para la casa alemana Polydor, Kaempfert fue el responsable de contratar a los Beatles para ser el grupo que acompañase a Tony Sheridan en su álbum de 1962 “My Bonnie”. El resto de la historia es bien conocida por todos: un cliente se acercó a la tienda que un tal Brian Epstein regentaba en Liverpool solicitando una copia del disco y Epstein, que se quedó con la copla, no pararía hasta descubrirlos y ayudarles a lograr lo que finalmente fueron. Volviendo al tema que nos ocupa, el primer éxito de Kaempfert llegaría en 1960 con el tema “Wonderland by Night”, que no pudo editarse en Europa y tuvo que acabar siéndolo en Estados Unidos, publicado en el sello Decca. El solo de trompeta de la canción contribuyó a captar la atención del público y convirtió a Kaempfert y su orquesta en un fenómeno musical. Después vendrían muchos más éxitos como “Spanish Eyes”, entre cuyos principales intérpretes están Al Martino y Wayne Newton, o “L-O-V-E”, a cargo de Nat King Cole.
Hoy traemos a “El Baratillo” uno de los trabajos más logrados de Bert Kaempfert, el disco de larga duración “A Swingin’ Safari”, de 1962, cuyo tema homónimo fue utilizado durante años en el programa de televisión de la NBC “The Match Game” en version ejecutada por Billy Vaughn y su orquesta. Lo que hace especial a este álbum es el hecho de estar inspirado en ritmos y melodías sudafricanas fuertemente impregnadas de elementos jazzísticos, de ahí el término swingin’ que figura en el título. La destacada presencia de la trompeta y de otros instrumentos de viento-metal, junto con una sección rítmica parcialmente electrificada constituyen aspectos diferenciales de un disco que, ya lo señalábamos antes, bebe en fuentes de inspiración africana, como en el caso del famosísimo tema “Wimoweh”, interpretado en 1952 por The Weavers, aunque la mayor parte del material tiene a Kaempfert como su autor principal. En definitiva, un álbum cuya importancia desde el punto de vista de la historia de la música pop es innegable, tanto por su valor artístico como por sus cualidades sonoras, y que por ello merece ocupar un lugar destacado en las estanterías de todo buen aficionado a la música orquestal y al easy listening.
No queremos terminar sin destacar el hecho de que el álbum no tardaría en aparecer en nuestro país, en 1963, justo al año siguiente de su publicación en Estados Unidos, donde se distribuyó bajo el título de “That Happy Feeling” (Decca), incluyendo una canción, “Sunday in Madrid” que no figuraría en las ediciones europeas, incluida la española, en que sería sustituida por el tema “Afrikaan Beat”. La calidad de la grabación es realmente muy buena, con una dinámica y un detalle sobresalientes, tanto en la versión estéreo (nuestra copia es un prensaje alemán con la “galleta” roja, lo que indica una reedición de mediados de los sesenta) como mono (correspondiente, en nuestro caso, a la primera tirada española).
Pablo SARASATE - “Aires Gitanos” (“Zigeunerweisen” Op. 20) y otras obras para violín
Eduardo HERNÁNDEZ ASIAÍN (violín)
Jesús GALDEA (piano)
Clave (Hispavox) 18-1332 S (estéreo) 1974
Si la inmensidad de la figura de Pablo de Sarasate desborda cualquier esfuerzo a la hora de destacar la importancia que el violinista español tuvo en el desarrollo de múltiples aspectos técnicos y expresivos del instrumento, otro tanto ocurre con sus composiciones, todas ellas de un nivel acorde con las extraordinarias capacidades de quien es reconocido universalmente como uno de los mejores violinistas de la historia. La precoz carrera del virtuoso navarro determinó, no obstante, que tuviera que dejar de lado los estudios de composición, lo que no nos ha privado sin embargo de disfrutar de un buen número de obras de gran dificultad y belleza. Obras que, de todos modos, pueden llegar a antojársenos menores al lado de otras de mayor alcance que su genio y su indiscutible capacidad técnica hubieran sin duda sido capaces de concebir, si el Sarasate compositor hubiese ido parejo con el Sarasate solista.
Entre ellas se encuentran las que recoge esta magnífica grabación de 1974 a cargo del violinista cubano de origen español Eduardo Hernández Asiaín, intérprete de reconocida capacidad técnica y magnífico timbre que, con excelente criterio, fue elegido por Hispavox para registrar un disco que reúne ocho piezas muy representativas en la obra de Sarasate. Encabezado por el famosísimo “Zigeurneweisen” (“Aires Gitanos”), este LP recoge varios temas de inspiración hispana entre los que merece la pena destacar la brillante “Romanza Andaluza” y la “Romanza española”, cargada de hondo costumbrismo. Capítulo aparte merece la vibrante “Tarantela” que, como acertadamente se señala en las notas al disco, es “asombroso escaparate de cuantos recursos técnicos posee el violín”, al tiempo que -añadiría yo- armoniosa y profunda expresión de las voces contenidas en ese prodigioso instrumento.
Por desgracia, no ha sido posible encontrar una versión digitalizada de esta grabación, de manera que invito quienes dispongan de un tocadiscos a hacerse con este álbum, publicado por primera vez en 1959, en versión mono, y aparentemente vuelto a registrar más tarde, en estéreo (en Discogs aparece un álbum japonés de 1962). En cualquier caso, la versión estéreo no verá la luz en nuestro país hasta 1974, fecha en que se incluye por primera vez en el catálogo de Hispavox, dentro del subsello Clave. Más abajo ofrecemos una grabación de la “Tarantela”, cuyo origen desconocemos, procedente del canal de YouTube que lleva el nombre del violinista cubano, en este caso siendo sustituido el acompañamiento de piano por el de orquesta.
Inauguramos un formato nuevo de entrada que incluye varios discos acompañados de una breve reseña y una lista de reproducción. Para este fin de semana, hemos preparado un programa de escucha centrado en el repertorio romántico, post-romántico e impresionista. Espero que os guste.
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Franz LISZT - Sonata en Si menor
Franz SCHUBERT - Sonata en La menor Op. 143
Emil GILELS (piano)
RCA Victor Red Seal LM-2811 (Mono) 1965
El piano cobra protagonismo con las dos sonatas que se recogen en esta grabación del genial pianista soviético Emil Gilels. La primera, la Sonata en si menor de Franz Liszt, cuya dificultad es de sobra conocida, fue escrita por el compositor austrohúngaro entre 1852 y 1853. En la cara 2 se incluye la Sonata en La menor op. 143 de Franz Schubert, una de sus grandes composiciones para piano, que fue compuesta en 1823 pero no sería publicada hasta mucho después de la muerte del autor, en 1839. Mi copia es un prensaje mono editado por la RCA española en 1965, mientras que en la lista de Spotify puede escucharse en su versión stereo.
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Robert SCHUMANN - Concierto para Violonchelo en La menor Op. 129
Camille SAINT-SAËNS - Concierto para Violonchelo nº 1 en La menor Op. 33
Jacqueline DU PRÉ (violonchelo)
Daniel BARENBOIM (director)
New Philharmonia Orchestra
EMI HMV ASD 2498 (estéreo) 1969
La joven pareja formada por el pianista y director de orquesta argentino Daniel Barenboim y la violonchelista británica Jacqueline Du Pré se encontraba en el ápice de su popularidad en el momento de realizar esta grabación. Pocos años después, la esclerosis múltiple que padecía iba a terminar con la breve pero fulgurante carrera de la artista, que nos dejó grabaciones de referencia, como la del Concierto para violonchelo de Elgar, interpretado bajo la batuta de Sir John Barbirolli y registrado en 1965 cuando solo tenía veinte años de edad. Aquí se enfrenta a dos grandes obras del repertorio violonchelístico que resuelve con considerable maestría, reflejando el excelente momento por el que estaba atravesando la artista, cuyo elevado nivel de compenetración con Barenboim resulta evidente.
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Sergei RACHMANINOV - Concierto para piano nº4 en Sol menor Op. 40
Maurice RAVEL - Concierto para piano en Sol menor
Arturo BENEDETTI MICHELANGELI (piano)
Ettore GRACIS (director)
Philharmonia Orchestra
EMI HMV SXLP 30169 (estéreo) 1974 [orig. 1958]
Grabación de referencia del Concierto en Sol menor para piano y orquesta de Ravel a cargo del que fue quizá uno de los pianistas más singulares del siglo XX, Arturo Benedetti Michelangeli, artista que siempre se caracterizó por una implicación total con las obras que interpretaba, así como por su talante introspectivo y temperamental, que en muchas ocasiones le llevaba a cancelar sus actuaciones en el último momento. En su repertorio, Ravel ocupó siempre un lugar de privilegio, aunque también interpretó con frecuencia a Rachmaninov, cuyo Concierto nº4 para piano y orquesta, acaso menos conocido que los tres que le precedieron, forma el coupling de este registro antológico, incluido por EMI en 2011 dentro de la colección “Great Recordings of the Century”, disponible en formatos digitales, tanto en CD como en streaming, versión esta última que incluimos en la lista de Spotify.
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Jean SIBELIUS - Concierto para Violin y Orquesta en Re menor Op. 47; Finlandia Op. 26
Christian FERRAS (violin)
Herbert von KARAJAN (director)
Berliner Philharmoniker
Deutsche Grammophon 138 961 SLPM (estéreo) 1965
Entre las grandes obras de Jean Sibelius destaca, por supuesto, el poema sinfónico “Finlandia”, cuyas grabaciones se cuentan por cientos y cuya partitura suele encontrarse dentro del repertorio habitual de las mejores orquestas internacionales. Sin embargo, no es tan frecuente topar con discos como este, en el que el protagonismo corresponde al Concierto para violín y orquesta del gran maestro nórdico, pasando “Finlandia” a ocupar la cara B del disco, lo que no quiere decir que por ello le corresponda un papel secundario. El hecho de que el concierto ocupe la cara A del álbum parece sin embargo algo natural, sobre todo si se tiene en cuenta que tenemos como solista a uno de los grandes intérpretes del siglo XX, el violinista francés Christian Ferras, quien en el momento de la grabación era el preferido de Herbert von Karajan, con el que realizaría varios registros que ya han pasado a la historia de la fonografía. El disco es muy representativo de la idea que Karajan tenía a la hora de encajar un conjunto orquestal como la Filarmónica de Berlín en el marco de un concierto solista, fundamentalmente centrada en la preservación de la fuerza expresiva del instrumento al tiempo que en la salvaguarda de una fuerte presencia de la orquesta, tarea para la cual la intensidad y el color del violín del malogrado solista francés se muestran especialmente apropiados. Por esta y por otras muchas razones, entre ellas la calidad de grabación de este “red stereo” de la mejor época de la Deutsche Grammophon, escuchar este disco es un verdadero must.
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Maurice RAVEL - Rapsodia Española; Pavana para una infanta difunta
Sergei RACHMANINOV - La isla de los muertos Op. 29
Fritz REINER (director)
Chicago Symphonic Orchestra
RCA 3L16194 (mono) 1958
Nuevamente tenemos a Ravel en el programa musical de hoy, en esta ocasión con dos de sus piezas orquestales más conocidas, la brillante “Rapsodia Española” y ese prodigio de la sensibilidad impresionista que es la “Pavana para una infanta difunta”, en una de sus primeras grabaciones modernas. Fritz Reiner dirigía entonces uno de los conjuntos más reconocidos de los Estados Unidos, la Orquesta Sinfónica de Chicago, realizando excelentes grabaciones para la casa RCA, algunas de ellas insertas en la hoy cotizada serie “Living Stereo”. Este mismo disco, presentado aquí en un prensaje español monofónico, fue publicado simultáneamente en dicha serie, cuya transcripción digital es la que se puede escuchar en la lista de Spotify que ofrecemos. El coupling se realiza con el poema sinfónico de Rachmaninov, “La isla de los muertos”, obra inspirada en el famoso cuadro de Arnold Boecklin del mismo nombre, que transporta a quien la escucha al misterioso mundo de esa imaginaria isla producto de las ensoñaciones del pintor simbolista.
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Jacques OFFENBACH - Gaité Parisienne
Aram KHATCHATURIAN - Suite del Ballet Gayné
Arthur FIEDLER (director)
Boston Pops Orchestra
RCA VICTOR Read Seal LSC-2267 (estéreo) 1959
Para concluir hemos elegido una pieza cargada de alegría y optimismo, la música del ballet “Gaité parisienne”, de Jacques Offenbach, que se completa en este registro con más música de ballet, en este caso la de “Gayné” (en otros discos aparece escrito de forma distinta), obra del compositor armenio-soviético Aram Khatchaturian, cuyo número más conocido es sin lugar a dudas la “Danza del sable”. Esta es una de las primeras grabaciones en estéreo, a cargo de la Boston Pops Orchestra, dirigida por el sempiterno Arthur Fiedler y publicada dentro de la serie “Living Stereo”.