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martes, 9 de enero de 2024

THE MOODY BLUES - IN SEARCH OF THE LOST CHORD (1968)



EMG 9/1/24

Suelo ser reacio a comentar álbumes que, por distintas razones, han pasado a formar parte de la historia de la música moderna ya que, por un lado, casi todo está dicho sobre ellos y, por otro, la experiencia me dicta que expresar opiniones en torno a sus bondades o defectos es con frecuencia motivo suficiente para desencadenar polémicas que personalmente me aburren y, por lo tanto, no busco ni deseo. Como quiera que el reducido pero selecto grupo de seguidores de El Baratillo tienden a ser personas amables y desenfadadas que consideran la música como un entretenimiento, en mayor o menor medida apasionado o intensivo, pero siempre entendido como una forma de diversión, una excusa para pasar el rato o un medio de escapar a los pesares de la vida cotidiana, me decido pues a echar un cuarto a espadas y abordar desde mi perspectiva propia el que es disco señero de la banda inglesa The Moody Blues y referencia insoslayable en cualquier colección de rock psicodélico.

Sin lugar a dudas uno de los álbumes más conocidos por el público en general, y de los que más vueltas ha dado en mi tocadiscos desde que lo tuve por primera vez en mis manos, es este “In Search of the Lost Chord”, tercer LP en la discografía de The Moody Blues y digno sucesor del que es considerado por muchos el disco que dio carta de naturaleza al rock sinfónico. Nos referimos, claro está, a “Days of Future Passed”, concebido junto con otros cinco álbumes como producto de demostración para el lanzamiento por parte de la compañía británica Decca de la subsidiaria Deram, sello inicialmente destinado a ser el vehículo a través del cual comercializar grabaciones en estéreo de alta calidad de música pop y rock contemporánea. Sin embargo, un tanto sobre la marcha, Decca decidió al poco tiempo hacer frente a los lanzamientos de otras compañías que estaban apareciendo en el ámbito del rock psicodélico y de lo que más tarde sería calificado como rock progresivo mediante la presentación, en noviembre de 1967, de “Days of Future Passed”, un álbum conceptual en el que se integran, o mas bien se entreveran, temas de rock y pasajes de música orquestal  para ofrecer el resultado que conocemos: uno de los hitos fundacionales del prog rock.

Hechas estas breves pero pertinentes observaciones sobre su egregio antecesor, del que hablaremos si es posible en otro momento, vayamos al grano y hagamos un recorrido por este “In Search of the Lost Chord” al que, vaya por delante, considero un trabajo igual, si no mejor, que “Days of Future Passed”. Si en éste último los Moodys estuvieron acompañados por la London Festival Orchestra, dirigida por Peter Knight, conjunto que hacía en Decca las funciones de orquesta de la casa, en “In Search of the Lost Chord”, lanzado en julio de 1968, todos los instrumentos -que son cerca de treinta- suenan por mano de los propios miembros del grupo. En lo que respecta a los temas abordados a lo largo del disco, estos giran en torno al amor, al conocimiento, a la trascendencia y a la exploración personal, conformando, con ayuda de la música y de los instrumentos utilizados, un tapiz lisérgico que no obstante resulta por completo amable para el oído poco habituado a lidiar con el caos y la desmesura que suele caracterizar a la grey psicodélica y a sus creaciones. Aunque no presenta un claro hilo conductor, el disco se muestra en extremo equilibrado, hasta el punto de que estilos tan distintos como el de John Lodge (fantástico su “Ride my See-Saw”, grandioso en “House of Four Doors”) y el de Justin Hayward (“Voices in the Sky”, “Visions of Paradise”, “The Actor”) se combinan armónicamente, creando un espacio sonoro coherente, en cuya cima se encuentran los seis minutos y cuarenta segundos que dura esa obra maestra de la música moderna que es “Legend of a Mind”, cuyo autor es Ray Thomas, quien nos dejó hace unos años, aunque espero siga viajando con su admirado Timothy Leary por esos maravillosos paraísos de la mente que tan bien supo describir. No puedo dejar tampoco de mencionar las contribuciones del teclista Mike Pinder y del batería Graeme Edge, el primero como autor de un tema clásico de la psicodelia como es “The Best Way to Travel” y el segundo como responsable, entre otros, del poema “Departure”, con el que se abre la cara uno del disco.

“In Search of the Lost Chord” ha de ser considerada, pues, obra integral aunque formada -como hemos visto- por un mosaico de temas de distinta factura y autoría, con la que The Moody Blues alcanzaron una temprana madurez sonora que encontraría su prolongación en los trabajos que el grupo irá desgranando en años subsiguientes. Una fértil producción que, a mi juicio, tan solo en contadas ocasiones (particularmente en el disco que le sucederá, “On the Threshold of a Dream”, publicado en abril de 1969) volverá a estar a la altura de lo conseguido en “Days of Future Passed” y, por supuesto, de la que constituye su más refinada obra, este “In Search of the Lost Chord”, creación única que documenta de manera extraordinaria el espíritu de una época, al tiempo que añade su firma al acta constitutiva de ese movimiento musical irrepetible que fue la psicodelia británica de finales de los sesenta.

miércoles, 9 de marzo de 2016

LOS CUENTOS ÁCIDOS DEL TÍO NILSSON

(Nilsson - The Point (RCA Victor LSP-4417, 1971)

Hoy os traigo un ejemplo más de la maestría compositiva de Harry Nilsson,  puesta en esta ocasión al servicio de una historia para niños que la cadena de televisión americana ABC emitió por primera vez el 2 de febrero de 1971. Escrita por él mismo y narrada por, entre otros, su buen amigo Ringo Starr, The Point cuenta la historia de Oblio, un niño cuya característica principal consiste en ser el único que tiene la cabeza redonda en un reino donde todos los demás la tienen puntiaguda. Tan terrible anomalía le llevará a sufrir el exilio en el "bosque sin puntas", donde aprenderá que la vida despuntada también tiene sentido. Nilsson realiza, además, un juego de palabras con el hecho de encontrarle sentido ("the point") incluso a lo que no  lo tiene ("pointless"). Parece que el origen de la idea de The Point le sobrevino a Nilsson durante un viaje de ácido en el que comenzó a ver que todo a su alrededor tenía forma puntiaguda... ¡Si los niños de entonces hubieran sabido de qué iba en realidad aquella inocente película!


Retruécanos aparte, hay que decir que a las canciones que componen este LP les sobra calidad, sonando algo así como entre un Sgt. Peppers y un Yellow Submarine ligeramente descafeinados, en definitiva, el clásico sonido "Nilsson". Un ejemplo de psicodelia tardía adaptada al mercado de gran consumo que, con el tiempo, no solo no ha perdido su brillo, sino que cobra incluso interés en la medida en que nos muestra hasta qué punto lo que en aquellos felices primeros setenta era mainstream hoy suena enormemente creativo y vanguardista... Y me pregunto yo: ¿Tendrá algo que ver acaso el deplorable nivel de la música popular que se hace hoy en día? 

Aquí podéis disfrutar de la película:


© Altes 2016

lunes, 9 de noviembre de 2015

KINGFISH - Kingfish (Relix RRLP 2005, 1985)


Kingfish fue una banda fundada por varios músicos del área de la bahía de San Francisco, que comenzó su carrera discográfica en 1974 a partir de la incorporación al grupo de Bob Weir, de los Grateful Dead.

Las similitudes entre el sonido de Kingfish y los de la célebre banda de San Francisco se hacen evidentes en este disco, que recoge temas grabados por la formación entre 1973 y 1980. Una circunstancia que, lejos de ir en demérito de los músicos que la componen, constituye toda una garantía para el oyente. La cara A incluye temas de estudio, mientras que la cara B presenta grabaciones en directo, tanto las unas como las otras de excelente calidad sonora e interpretativa.

El elenco de músicos que se recogen en los créditos del álbum es impresionante, no sólo por su cantidad sino principalmente por su calidad. Junto a Weir aparecen los nombres de varios miembros de los New Riders of the Purple Sage, la otra gran encarnación de los Dead, pero lo que verdaderamente sorprende es encontrar a Michael Bloomfield y a John Lee Hooker ("Put your Hand on me Baby") como invitados de excepción.

No creo exagerar si califico de alucinante la manera cómo estos tíos interpretan en directo el "School Days" de Chuck Berry y, sobre todo, el estándar de blues tantas veces versionado "Key to he Highway" que cierra el disco, con una slide guitar absolutamente maravillosa que tan sólo hace lamentar a quien la escucha el no haber estado el día de la grabación al pie del escenario.

En suma, una pieza nada desdeñable dentro del microcosmos que componen los Grateful Dead, sus derivaciones y extensiones, que todo buen aficionado al rock, ya se considere a sí mismo Deadhead o no, debería sin lugar a dudas escuchar.

Pros: Uno de esos discos que te encuentras por ahí y dices: "vamos a ver cómo suenan estos"... y al terminar de escucharlo no te puedes explicar cómo has podido estar tanto tiempo sin saber de su existencia.

Contras: La cara B (directo) es tan buena que llega a hacer palidecer a la extraordinaria cara A.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

JOE WALSH - The Smoker you Drink the Player you Get (ABC/Dunhill MCAD31121, 1973)


Sinceramente, esperaba más de este disco tan celebrado por bastantes críticos. Quizá el hecho de tener como referencia el fabuloso primer trabajo de Walsh con The James Gang haya condicionado en alguna medida mi valoración. Dejando aparte el Top 40 "Rocky Mountain Way", este álbum contiene una serie de canciones sin ilación alguna entre ellas que, no obstante, están interpretadas con la pericia e intensidad propia de unos músicos más que competentes. La calidad del sonido en la edición americana, que es de la que dispongo, es notable, haciendo que la escucha resulte realmente entretenida al poderse percibir detalles que ponen de manifiesto la calidad técnica de los intérpretes y el acierto del productor.



THREE DOG NIGHT - Hard Labor (Dunhill 15013, 1974)


Un buen disco, el undécimo del grupo californiano, no demasiado apreciado por la crítica en su tiempo, que incluye cortes interesantes como "Sure as I'm Sittin' Here" o "The Show Must go on". Particularmente prefiero la pegadiza "Play Something Sweet (Brickyard Blues)" de Allen Toussaint, que me recuerda mucho a los mejores Status Quo. Quien sabe si algunos de sus temas pudieron inspirarse en esta canción...

Mi ejemplar lleva la portada censurada. Bajo la gran tirita -que se podría despegar- se esconde la imagen de un muñeco con extremidades de extraterrestre que acaba de dar a luz a un disco de vinilo, cuya galleta es exactamente igual a la del  original.