
Si escuchar a Turina constituye siempre una gratísima experiencia, sin lugar a dudas lo es todavía más cuando se produce de la mano de ese gran músico que fue mi paisano el maestro leonés Odón Alonso. Las obras recogidas en esta grabación de 1958 -que he podido disfrutar hoy en una edición de Hispavox argentina (12.134, correspondiente a la versión española HH 1080)- son una auténtica delicia y se cuentan entre lo mejor de las composiciones del genial músico sevillano. Lástima que la duración de un long playing no permitiera entonces añadir a la lista esa pequeña joya de la música española que es La Oración del Torero.
Llegado el caso de verme alguna vez obligado a explicar qué es para mí lo característico de la música de Turina -algo que está de todo punto fuera de mis posibilidades-, seguramente recurriría a la comparación con ese otro genio andaluz, español y universal que fue Manuel de Falla. Ciertamente, lo que en Falla es tensión propia entre el apego a la tradición musical española y una clara vocación de modernidad, en Turina se vuelve relajado gozo en que se entremezclan sabores intensísimos de nuestro folklore patrio con la delicadeza y la opulencia del gusto impresionista. En su Sinfonía Sevillana (1920) más que en ninguna otra obra suya puede apreciarse en su justa medida el canon de belleza turiniano. Desde las notas impresionistas que tan fuertemente impactan al oyente en su primer movimiento, la Sinfonía nos conduce por los hermosos caminos del pasodoble, de la jota y de los ricos y variados aires del folklore andaluz, todos ellos engrandecidos y exaltados por la brillantez y musicalidad de una maravillosa orquestación. Un gusto por la armonía del conjunto que no impide a Turina  otorgar protagonismo al instrumento solista, en este caso, el violín, permitiendo al ejecutante un gran lucimiento, sin que por ello el segundo movimiento de la Sinfonía llegue a convertirse en una pieza de concierto.
Por éstos y por muchos otros motivos, estamos ante una obra capital en la historia de la música española, llevada a su máximo esplendor merced a una soberbia interpretación de la Orquesta de Conciertos de Madrid bajo la dirección, como ya se ha dicho, de un inspirado Odón Alonso, quien supo entender cómo nadie la música española moderna y contemporánea. La relativa escasez de grabaciones que realizó a lo largo de su carrera ha contribuido quizá a oscurecer el perfil de un director que por méritos propios debería figurar con más frecuencia en los estudios retrospectivos sobre la música española.

Sepa el amable lector de El Baratillo encontrar excusa al hecho de que haya iniciado el comentario por la cara B del disco en la circunstancia de que no existe prelación alguna entre los dos lados del mismo, pues ambos deben ser considerados principales a la vista de la superior categoría de las obras que se incluyen. Efectivamente, en La procesión del Rocío (1913) encontramos a un Turina plenamente enraizado en la tradición religiosa y cultural de Andalucía, trasladando al oyente a un mundo en el que la religiosidad adopta formas distintas de lo habitual al mudar, en un instante, de la unción y el respeto debido en estas solemnidades al regocijo extrovertido y jovial característico de la romería popular. Acaso no pueda encontrarse mejor expresión de esta doble dimensión del alma andaluza que la obra a la que hacemos referencia.
Por su parte, las Danzas fantásticas (1919) son magnífico ejemplo del Turina más próximo a la corriente impresionista que tan acertadamente supo ver en España y en lo español una fuente inagotable de inspiración, particularmente en el caso de Ravel. Difiere no obstante Turina del compositor francés en el tratamiento que otorgado a  la melodía, más convencional en el caso del español, pero se aproxima a aquél en el gusto por la inclusión de matices en la orquestación, así como en la utilización de recursos estilísticos propios de nacionalismos foráneos.
Dentro del apartado técnico cabe señalar que el registro -monofónico- es de gran calidad, pudiéndose apreciar desde los primeros compases de la escucha un adecuado equilibrio tonal, un considerable rango dinámico y una transparencia en los timbres más delicados poco común en las grabaciones de esta época.
Una versión en línea de esta grabación puede encontrarse en la colección musical de la Biblioteca Nacional Francesa (pulsar en la imagen e insistir, pues a pesar de la publicidad el archivo finalmente comienza a sonar).
Pros: Un compositor único, en una de las mejores versiones que se pueden escuchar, ¿qué más se puede pedir...?
Contras: Disco relativamente fácil de encontrar, aunque generalmente en una versión estéreo (sello "Clave") de cuya autenticidad me permito dudar, ya que probablemente se trate más bien de una mezcla duofónica o "falso estéreo".
© Altés, 2016

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